Según versiones “hackers” confiables, “Científicos del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés) confirmaron a primeros días de julio el descubrimiento del Bosón de Higgs, partícula subatómica conocida popularmente como la “partícula de Dios”, esquivo componente que hace que todos los objetos del Universo tengan masa. Este hallazgo científico, considerado el más importante del mundo en los últimos 100 años, fue anunciado por el Detector Solenoide Compacto de Muones (CMS) del LHC, que desde hace años busca esta pequeña partícula subatómica, última pieza faltante del Modelo Estándar de la física, que explica todas las fuerzas del Universo. “Si bien es un resultado preliminar, es muy fuerte y muy sólido. Con un nivel de confianza de 95% se puede decir que el Bosón de Higgs tiene una masa de 125.3 gigaelectrónvoltios (GeV), unas 130 veces la masa del protón, con un valor de 4.9 sigma, cifra que indica una elevada certeza de que el resultado es confiable, ya que oficialmente un descubrimiento debe tener un valor de 5 sigma”. Cualquier niño de guardería entiende este lenguaje. El Bosón de Higgs es también un campo que permea todo el espacio y es un residuo directo del Big Bang, la gran explosión del Agujero Negro, la primera cosa que existió una fracción de segundo después del origen de nuestro universo. Cada galaxia, y cada supercúmulo de galaxias, nacieron como un grumo microscópico en la jungla cuántica que ocupó el lugar de la NADA en el primer instante de la existencia del universo impulsada por el campo de Higgs. Anoto, por provocar, que estas partículas divinas ya estaban reveladas en el último de los grandes libros ocultistas-reveladores del siglo 20, el fantástico y fascinante “Libro de Urantia”, publicado hacia 1955. Se les llamaba allí “materia ultimatónica” o “ultimatones”: las primeras unidades físicas de la existencia de la materia. Los Reveladores Astrónomos del libro de Urantia suelen decir en muchos capítulos “Hasta aquí nos es permitido anunciaros estas cosas”. Pero contaron, en su lugar adecuado, que “la luz, el calor, la electricidad, el magnetismo, la acción química, la energía y la materia son, en su origen, naturaleza y destino LA MISMA COSA, juntamente con otras realidades materiales que aún no se han descubierto en Urantia (La Tierra). No comprendemos plenamente los cambios casi infinitos que puede sufrir la energía física. En un universo aparece como luz, en otro en formas de energía desconocidas en La Tierra. En indecibles millones de años puede aparecer en forma de energía eléctrica y emergente, o de poder magnético, aún más adelante puede volver a aparecer en otro universo en forma de materia variable pasando por una serie de metamorfosis, seguida luego por su desaparición física exterior en un gran cataclismo de los Reinos”. Y después de ello, después de edades incontables y de errar casi sin fin por los universos innumerables, oh, jóvenes, el descubrimiento de los “rastros certeros del Bosón de Higgs” está aquí, pero es sólo una puertecilla que se abre hacia inimaginables dimensiones divinas, que algunos hemos traspasado en sueños. La gran aventura sigue abierta.
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