/ Carlos Arturo Fernández U.
Catalina Estrada (Medellín, 1974) reúne en su trabajo las dimensiones del diseño gráfico, la ilustración, la publicidad, el dibujo o las nuevas formas de pintura, para generar obras imposibles de limitar en las técnicas y formas tradicionales.
Así, por ejemplo, a partir del 11 de octubre inauguró la nueva “Sala a cielo abierto” del Mamm, utilizando el formato de ilustraciones digitales presentadas como vallas publicitarias en los espacios callejeros que rodean el Museo. Y ni siquiera se trata de una instalación, como uno pudiera pensar.
Pero ya antes la obra de Catalina Estrada formaba parte de la colección del Mamm. “Soy una piedra preciosa” es una ilustración digital, de 50 por 45 centímetros, realizada en 2009 dentro de una serie titulada “Desarmando sueños” en la cual la artista plantea el drama de los niños envueltos en la guerra en Colombia, un país que es al mismo tiempo paraíso e infierno.
El siglo pasado estableció una división maniquea entre los artistas entregados a una orgía de originalidad, que solo parecían interesados en el arte mismo, y los diseñadores y arquitectos, considerados como técnicos y no como artistas, dedicados a la creación de una nueva sociedad, más humana por ser más racional. Por el contrario, las últimas décadas han visto confluir estas dos vertientes en una dimensión que podríamos decir que es la del reconocimiento del valor de las experiencias vitales. Ahora todas las dimensiones artísticas vuelven a estar implicadas en la obra de estos nuevos productores hasta el punto de que son obsoletas las antiguas clasificaciones.
Catalina Estrada, en concreto, hace en la misma obra publicidad, intervención espacial, ilustración y arte utilizando nuevas formas de trabajo para abrir campos que antes estaban limitados a la pintura. Por eso, no resulta posible dividir esquemáticamente entre ámbitos como las campañas publicitarias que desarrolla para grandes marcas internacionales (Coca Cola, Nike, Levi’s, Paul Smith y muchas otras), las ilustraciones de libros, sus diseños de objetos y las series de trabajos bidimensionales, como “Soy una piedra preciosa”, que desarrolla con medios digitales. No es más artista o menos ilustradora publicitaria en un campo o en el otro.
“Soy una piedra preciosa” revela claramente la manera como Catalina Estrada se aproxima a la realidad y a su trabajo.
Por una parte, hay una unión sofisticada de tecnologías tradicionales y nuevas que permiten llegar a las definiciones estructurales y coloristas de la obra, lo que solo se puede lograr a través de procesos de ensayo y experimentación. Pero, sobre todo, están presentes las referencias a un mundo que se despliega más por la evocación y el sentimiento que por la observación directa. Se trata quizá, como dice la misma artista, de los recuerdos de la infancia que se manifiestan en el esquematismo y simetría de las formas y en el uso de colores planos y brillantes que, a la vez que se refieren intencionalmente a las artes populares latinoamericanas, hacen presente la exuberante naturaleza que nos rodea. Realidades que, de alguna manera, también rescatamos de la oscuridad del olvido.