La oferta es variada pero los sistemas inalámbricos, con buena capacidad de almacenamiento e imagen en alta resolución son los más recomendados.
Por seguridad y también para supervisar algunas labores domésticas o hasta para ver cómo están sus mascotas, la instalación de cámaras en el hogar es una opción por la cual muchas personas se han inclinado al aprovechar las bondades tecnológicas de la época. En la elección del sistema son útiles las recomendaciones de los expertos para tener una experiencia satisfactoria y, sobre todo, para que su inversión se justifique.
Lina Marcela Balbín instaló una de estas cámaras en la casa para hacerles seguimiento a sus gatas. A través de su celular puede activar el audio y hablarles desde donde se encuentre, rotar la cámara 360 grados y activar un sensor de movimiento para saber en dónde están sus mascotas.
El tecnólogo en sistemas Elkin Mauricio Osorio, de la empresa Intec, explica que hay dos tipos de cámaras: las IP y las análogas.
Las primeras llevan la ventaja en cuanto algunos de sus modelos son inalámbricos, y todas se conectan a un servidor en la nube, de modo que las imágenes almacenadas quedan protegidas en caso de un daño. Las segundas tienen que estar conectadas por cables. Su costo es más económico.
Otras opciones de almacenamiento son mediante una tarjeta micro USB o una consola con disco duro (similar en su forma a un DVD). “Algunas cámaras tienen la ventaja de que si se daña el módem o se va la energía, siguen funcionando, graban en su memoria y cuando vuelve la conexión, transmiten lo grabado al servidor”, señala Osorio.
En cuanto a la calidad de la imagen, Osorio explica que las hay con resolución VGA y otras con hasta dos megapixeles o full HD (más nítidas), que son las más comerciales. Lo cierto, dice, es que esto dependerá del presupuesto que se tenga, aunque su función es la misma.
Todos los modelos vienen con aplicaciones propias que permiten ver la imagen en cualquier dispositivo móvil, con la única restricción del ancho de banda, que, según su capacidad, limita la cantidad de personas que puedan ver la transmisión al mismo tiempo, aunque con un internet de diez megas, el común en un hogar tradicional, no habría esta clase de problemas.