Ella está a cargo de las preparaciones dulces, él responsable de la cocina de sal. Los dos, referentes de un movimiento cocinero en Medellín.
Por: Claudia Arias Villegas / [email protected]
Pocos restaurantes a manteles hay en Medellín, y Brulée es uno de ellos. Ubicado en una casona de San Lucas desde hace siete años, está inspirado en la hotelería clásica, pues Diego, argentino, fue chef del hotel Alvear, de Buenos Aires, y Carolina, colombiana, estudió cocina y pastelería en esa ciudad, y también trabajó allí. Así se conocieron.
“Aquí le damos gusto al cliente, como en un hotel”, dice ella, mientras él cuenta que ha sido un proceso bonito en el que han visto crecer el sector de restaurantes de Medellín y han formado parte de un movimiento de cocineros que les apuestan a propuestas personales. Brulée le hace honor a su nombre francés en su sobriedad y romanticismo, de hecho, han sido testigos de muchas pedidas de mano; también en el uso de las técnicas de cocina clásicas, incluyendo producto colombiano.
Los eventos son centrales en su propuesta, disfrutan creando experiencias personalizadas. Sobre cómo se complementan en el trabajo, Carolina dice que ella es más estricta y Diego más relajado, “y ser de dos culturas distintas aporta”, comenta él; y en la cocina también se dan la mano; él se encarga de las preparaciones de sal y ella de las dulces: “no soy buena emplatando y Diego lo hace divino, así que lo dejo en sus manos”, concluye.