El Hospital de los Inocentes, de Brunelleschi, da inicio a una estética centrada en la conciencia del papel histórico de Florencia y es la puesta en práctica de una ética civil.
En 2019 celebramos los 600 años del comienzo del Renacimiento.
De inmediato se debe señalar que un fenómeno de la trascendencia histórica del Renacimiento no surge de un día para otro ni puede reducirse a un hecho puntual. Al extremo, cabe recordar que Giorgio Vasari, quien escribió las “Vidas” de los grandes artistas de la época, remontaba el cambio fundamental a 1250, lo que significa que el Renacimiento del siglo XV es la culminación de un proceso cultural muy extenso y profundo.
Pero también es cierto que hay un momento en el cual la ciudad de Florencia asiste a la aparición de formas arquitectónicas, pictóricas y escultóricas, diferentes a las del arte gótico predominante; y muy pronto se reconoce que esa transformación, evidente en los nuevos edificios, está liderada por el arquitecto Filippo Brunelleschi (Florencia 1377-1446).
La obra de Brunelleschi que revela a los florentinos esta nueva manera de pensar es el Hospital de los Inocentes que el artista diseña y comienza a construir en 1419. Se trata, en sentido absoluto, del primer edificio renacentista.
La revolución de la arquitectura salta a la vista para los florentinos de su tiempo. Un gran pórtico se abre sobre la plaza que lo acoge, de manera que el espacio público y el edificio, concebido como realidad urbana, se compenetran. Los arcos semicirculares, las columnas sutiles y los capiteles corintios son novedosos, pero lo es sobre todo la armonía basada en proporciones simples y directamente perceptibles y en un sistema constructivo sin complicaciones. En efecto, la altura de las columnas es igual a la distancia entre ellas y a la que las separa de la pared del fondo; de esa manera, el pórtico es, en realidad, una sucesión de cubos y, mirado transversalmente, hace patente la idea de la perspectiva que el mismo Brunelleschi descubrió y formuló en años anteriores. Una idea que afirma la centralidad del ser humano y la posibilidad de comprender racionalmente el mundo que nos rodea.
El Hospital de los Inocentes de Brunelleschi da inicio de una estética centrada en los problemas del espacio ciudadano y en la conciencia del papel histórico de Florencia. Pero, al mismo tiempo, es la puesta en práctica de una ética civil: hace 600 años, por primera vez en Europa, una ciudad construye un albergue especial para la protección de los niños abandonados y expósitos.
Si buscamos una fecha que recoja los intereses estéticos y la grandeza moral a la que aspira el hombre nuevo del Renacimiento, ninguna mejor que esta para celebrar su despliegue.