Cómo hemos cambiado
Igual me morí de la risa con otro empresario importantísimo de bb recibiendo instrucciones a distancia de su señora que le iba dictando, mientras él filmaba las compras para que ella aprobara
En estos días viendo al ilustre Dr. Nicanor Restrepo escogiendo huevos en el Éxito me di cuenta de cómo hemos cambiado. Escoger huevos, leche o bombillos se volvió más complejo que un examen de trigonometría y uno no sabe qué elegir, de ahí que el Dr. Nicanor se puso y se quitó las gafas varias veces, para no quedarle mal a doña Clara. Igual me morí de la risa con otro empresario importantísimo de bb recibiendo instrucciones a distancia de su señora que le iba dictando, mientras él filmaba las compras para que ella aprobara. Tanta tecnología va a reducir los divorcios ya que el mercado es uno de los sitios más sensibles para desafiar las hormonas femeninas y más de un esposo termina arrastrando el carro como perrito regañado por preferir lo que no es o por opinar sobre lo que el hombre nunca jamás debe, como zapatos o el regalo para fulanita.
En los últimos años hemos tenido una transformación total en el sector, pero seguimos siendo muy mediocres en algunos aspectos. En uno que estamos muy, pero muy mal, es en el de los meseros, el cual estamos pasados de reglamentar. En algunos sitios los hay bastante indelicados, que se la ganan toda a través de malas prácticas. Que el gobierno empiece a exigir meseros con título como en todos los países turísticos; para algo debemos aprovechar que hoy tengamos tantas, pero tantas instituciones con cocina en su pensum.
Porque otra cosa es que nos llenamos de escuelas de cocina. Buenas, muy buenas, malas y deplorables. En algunas, a los jóvenes incautos les ofrecen títulos de chef en menos de lo que canta un gallo; cuando ser chef es la suma de mucho más que unos meses de clase. La pobreza de cultura culinaria de muchos de estos estudiantes es lamentable, y no distinguen una lechuga de un repollo, pero el vacío es más institucional que personal y de ahí que también haya muchos jóvenes extraordinarios.
Ahora somos destino turístico y los extranjeros están llegando por bandadas buscando amores de una noche y sicodelia, baratos. Los turistas de la nueva hostelería se visten como funcionario rolo en Tolú, de chancla y esqueleto; ojala se bañaran ya que en general huelen muy maluco. Gracias a Dios, sí vienen otros a eventos y a pasear, y por épocas la ciudad se ve invadida de gente de todo el país y venezolanos.
Para bien y para mal estos años cambiamos muchas costumbres en la mesa. Hoy el huevito de codorniz, el detestable y fermentable repollo con zanahoria y pasas, la salchipapa, el panzeroti, el tiramisú, la arepa con leche condensada y la bandeja paisa pretenden representar nuestra cocina, por eso debemos volver cuanto antes a nuestra auténtica cocina, hoy opacada por estos oprobios de la cultura traqueta.
Pero afortunadamente la mayoría de las cosas ha cambiado para bien. Encontramos muy buen vino por todas partes y ya hay gente que conoce. Se abrieron varios restaurantes de primera dignos de cualquier metrópoli. Tenemos un chef de respeto en la ciudad, eso sí es un chef, como don Federico Trujillo, a quien hay que hacerle un monumento ya que puso a comer buen sushi a todo el mundo; uno de los platos más difíciles de preparar, entender y comer, hoy tan popular como la pizza, y al que le hacen fila más que merecida. Como si fuera poco, a sus reconocimientos permanentes se le sumó uno internacional por el manejo amigable con el medio ambiente de sus Sushi Light, un gran orgullo para Medellín. Somos amigos de Facebook y todas las mañanas disfruto con sus reflexiones.
El tema de mantenerse en el oficio de los manteles no es fácil pero el camino puede ser bien divertido si su ambición no es mucha. No olvide lo que le digo a todos los colegas que me visitan a que compartamos la pasión por las ollas: La danza de la lluvia siempre funciona si usted baila hasta que llueve.
¡Viva mi Nacional!… tenemos al gran Santiago Escobar, de nuevo colega del sector; bienvenido, espero que nos siga llenando de estrellas y meta muchos goles en su rico Bodegón de Sachi.
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