A la hora de trabajar, unos se ponen el uniforme y otros se ponen la camiseta. Lamentablemente son más los primeros que los segundos y es evidente que no se trata de la formación universitaria y mucho menos de la condición socioeconómica, se trata de algunos valores fundamentales del ser humano que no enseñan en ningún sitio distinto a la casa, sea esta una choza en la selva o un castillo en El Poblado. Los valores no se aprenden, se adquieren. Por eso para empezar el año, me parece oportuno acudir a algunos términos cada vez más extraviados, muy apropiados para los nuevos cocineros, entre los que, ahí está la Virgen, los hay extraordinarios y qué tristeza los hay peor que malos que creen que lo único importante es saber usar un cuchillo o hacer postres para las amiguitas. Me refiero a mi gremio, pero es aplicable a todas las profesiones.
Compromiso: en un contrato está implícito de parte y parte; uno trabaja y el otro paga, un compromiso sagrado. No basta con hablar mucho y decir que va a hacer las cosas, las cosas hay que hacerlas y bien hechas, lo otro se llama mediocridad.
Responsabilidad: los errores existen, ponga la cara y diga: “yo fui”…creer bobo al otro es un error que se paga tarde que temprano.
Dignidad: lo que se pierde cuando no se conoce el respeto, ni siquiera por sí mismo.
Confianza: que se la tengan no le da derecho a abusar y hacer lo que quiera. Creer que puede comerse la comida del restaurante donde trabaja es exactamente lo mismo que el cajero de banco que cree que se puede llevar la plata. Que el patrón sea querido no quiere decir que sea bobo, lo otro es robo.
Lealtad: el que es desleal con el negocio que le da la platica para vivir, es desleal para todo.
Compañerismo: sin importar el cargo, todos necesitamos la papita y aunque no se esté en plan de hacer amigos, siempre es mejor trabajar con gente querida, amistosa y sincera.
Respeto: lo que merecen todos los seres humanos, aún el patrón.
Elegancia: que no le cobren las roturas y los errores no quiere decir que pueda quebrar todo y equivocarse constantemente. Siempre lo digo: ¿Cuántos errores le toleraría usted al chofer de la buseta de su hijo? ¿Entonces porque a usted sí se le tienen que tolerar?
Solidaridad: todos los negocios, todos, pasan por momentos buenos y momentos malos; la gente que vale la pena se conoce en los malos. Sobregirarse no es pecado.
Nómina: si es su única motivación como profesional, está mal, pobre patrón y pobre usted, cómo debe sufrir en la vida.
Respetabilidad: ser un profesional respetable no se compra ni se vende, se alcanza.
La puerta de adelante: por que la entra y sale la gente que sabe lo que es ser un buen ser humano.
La puerta de atrás: por la que sale la gente que no conoce casi ninguna de estas palabras.
Subestimar al patrón por sus errores, es un error y probablemente el peor error de su patrón es darle trabajo a gente como usted. Si se siente aludido o aludida escríbame a [email protected] y en vez de enfurecerse vale la pena que revise bien su vida y nunca se olvide de la frase que repetía mi mamá: es mejor levantarse a trabajar que a buscar trabajo.
[email protected]
De la camiseta al uniforme
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