Muchachas de color es una pintura al óleo, de 62 por 83 centímetros, realizada por Guillermo Wiedemann, un artista nacido en Alemania pero radicado en Colombia, donde desarrolló prácticamente todo el ciclo de su trabajo.
En un contexto artístico como el colombiano, en el cual predominó durante toda la primera mitad del siglo XX una visión muy local y cerrada, esta obra de Wiedemann permite descubrir la manera como paulatinamente comienzan a asimilarse los procesos de los movimientos internacionales más avanzados, que el artista había tenido la oportunidad de conocer en su juventud en Alemania.
Muchachas de color revela el interés que despierta en el pintor europeo el mundo del trópico y, de manera especial, el ambiente del litoral del Pacífico que le permite descubrir un universo de formas y colores que le resultan insólitos. Durante cierto tiempo se dedicará, sobre todo, a representar lo que allí encuentra, fascinado por su vitalidad y exotismo.
Sin embargo, paulatinamente, emprende un proceso en el cual su pintura se libera de la función tradicional de reproducir las apariencias de la realidad exterior y comienza a preocuparse por sus propios elementos. El punto de llegada de ese camino será un arte ‘‘abstracto’’, que no intenta producir imágenes que se parezcan a las que nos da nuestra mirada habitual, pero que sigue viviendo de las más profundas experiencias con lo real. Por eso, las posteriores pinturas abstractas de Wiedemann conservarán los valores de sus vivencias de las tierras húmedas y cálidas.
Muchachas de color se ubica, precisamente, en el momento en el cual el color comienza a liberarse de las ataduras que le imponía el dibujo tradicional y adquiere el carácter de una yuxtaposición de manchas que, al menos hasta cierto punto, se despreocupan de la forma anatómica o de los elementos con los cuales se relacionan.
De todas maneras, no podría decirse que se desvincule del contenido. Por el contrario, lo que aquí ocurre es que la pintura vive del color con más fuerza que antes, y que éste asume toda la función expresiva de la obra.
En síntesis, Muchachas de color se ubica en una línea expresionista que enriquece nuestra visión de la realidad y del arte con las vivencias más íntimas y los sentimientos más intensos del artista frente a su mundo.