¿Un futuro aterrador? Jóvenes y crisis ecológica

Como parte de una investigación realizada entre la Fundación Low Carbon City y la Universidad EAFIT, se realizó una encuesta para examinar cómo la crisis ecológica está afectando las emociones de las y los jóvenes en el Valle de Aburrá.

Nos encontramos con una población que se siente conectada con la naturaleza en su vida diaria y tiene claro que el bienestar de los seres humanos depende de ella. Quizás sea por esa conexión y por esa claridad que se sienten afectados por los impactos de la crisis ecológica y afirman con contundencia que les preocupan las amenazas que esta representa para las personas y el planeta.

Al considerar la crisis ecológica, tres cuartas partes piensa que “la humanidad está condenada” y que “el futuro es aterrador”. Además, es claro que sienten tristeza e impotencia, así como enfado y desesperanza. Se esperaría que, dada la magnitud del problema ambiental, las acciones del gobierno brindaran tranquilidad.

Sin embargo, ante la pregunta “¿Qué tanto te tranquiliza la actuación de tu gobierno local (municipal, distrital) frente al cambio climático y la degradación ecológica?”, casi la mitad (48,4 %) expresa que “Nada”, mientras que un 45,7 % dice que “Algo” y solo un 5,8 % afirma que “Mucho”. También se identifica la percepción de que los gobiernos locales traicionan a la juventud, le fallan y no la protegen.

La mitad (50 %) de las y los jóvenes respondieron que desconfían del gobierno local, mientras que un 37 % no sabe si se puede confiar (¿dudar de si se confía no es ya, de alguna manera, desconfiar?) y solo un 13 % expresa sentir confianza.

Por ser un actor relevante en la sociedad, preguntamos también – como se ha hecho en otros estudios – sobre el rol de la empresa privada. Y tampoco sale bien librada: casi un 80 % de las personas encuestadas siente angustia cuando piensa en cómo están respondiendo las empresas al cambio climático y la degradación ecológica, mientras que un 70 % siente miedo y un 60 % se siente abandonado.

Exploramos también cómo se califica la labor del sistema educativo formal para educar a los y las jóvenes sobre el cambio climático y la degradación ecológica. La mitad (51,2 %) de las personas encuestadas la consideran “Mala” o “Muy mala”.

Que el 45,7 % la califique como “Buena” y 3,1 % afirme que es “Muy buena”, contrasta con el hecho de que solo un poco más del 60 % considera que existe un consenso científico sobre las causas del cambio climático, en un momento en el que no cabe la menor duda sobre esto. Los resultados son alarmantes.

Sin embargo, encontramos también que las y los jóvenes no han perdido la confianza en que sus acciones pueden ayudar a combatir la crisis ecológica y quieren comenzar a implementarlas.

Trabajar de la mano para abrir espacios en los que la juventud se involucre y alimente la esperanza en un mundo mejor es una tarea impostergable de los sectores privado, gubernamental y educativo (y de las organizaciones sociales y ambientales). Existen tanto la responsabilidad como la oportunidad de actuar con contundencia para mitigar la crisis ecológica y adaptarnos a ella. 

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