Una vez leí una historia de una trabajadora social que contaba cómo había rescatado a un bebé de 2 años que era físicamente abusado por su madre. Al encontrar a este bebé era claro que su mamá lo maltrataba, pues tenía moretones por todas partes. Ella sabía que lo mejor para el bebé era sacarlo de esa casa y llevarlo a un lugar donde estuviera a salvo, con personas que lo trataran bien y lo protegieran. Sin embargo, en el momento que iban a quitar al bebé de las manos de su madre, este se aferró a ella aún con más fuerza y lloró para que no lo separaran.
Muchas veces he observado una reacción similar en los adultos, en el momento que hablamos de cómo pueden mejorar su situación se aferran aún más a lo que les genera dolor. Obviamente no lo hacen llorando y pegándose a la camisa de su madres, sino que lo hacen utilizando su lógica… no tengo tiempo, este coach o terapista no es tan bueno, esta situación no es tan grave, tu no me entiendes, etcétera.
Cambiar, inclusive cuando es hacia algo mejor, nos cuesta muchísimo. Todos tenemos un mecanismo de defensa cuyo objetivo principal es mantenernos exactamente donde estamos. Para el bebé de dos años, su madre era lo que él conocía, y aunque ella le hacía daño, él se sentía más seguro con ella que con un desconocido. El miedo a la incertidumbre de irse con un desconocido o el miedo a lo que puede pasar si cambiamos es una de las razones principales que nos frena de tener una vida mejor.
La primera vez que fui a un curso de crecimiento personal, me acuerdo de que me senté en la última fila con los brazos cruzados y una actitud que claramente decía “nada de lo que usted diga me interesa”. Hoy después de casi 10 años de atender eventos de desarrollo personal y recibir coaching todavía siento resistencia a lo que me están ofreciendo. Esta resistencia es muy real, pero no es más fuerte que nosotros. Hoy he aprendido a notar la resistencia, bajar la guardia, y encontrar la manera de relajarme y abrirme para poder recibir lo que deseo. Es más, ahora me hago responsable de mis resultados, no importa el contenido que me ofrezcan, si el coach es bueno o no, si el conferencista tiene carisma o no, si el libro es fácil de entender o no, yo me encargo de encontrar algo que pueda aprender y con lo que pueda crecer.
Mi coach actual siempre me dice: “Todo lo que queremos está más cerca de lo que nos imaginamos”. Y así es. La respuesta a la pregunta que tenemos, los recursos que necesitamos, están al lado de nosotros, sólo que muchas veces no los vemos porque tenemos resistencia.
Hoy te invito a que hagas el ensayo, abras tu mente y tu corazón y recibas lo que necesitas. En vez de leer un libro o atender una charla con la actitud de “yo ya sé eso”, hazte la pregunta, ¿qué más puedo aprender? En vez de evaluar el libro, al presentador o al coach, mírate a ti mismo y pregúntate ¿qué estoy resistiendo? La realidad es que cuando paras de apuntar al otro y miras en tu interior, vas a encontrar todo lo que necesitas. Al fin y al cabo es tu vida, ¿qué quieres hacer con ella?
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