Cuando estábamos chiquitos, leíamos con orgullo en los libros de geografía que Colombia era uno de los países más ricos del mundo en agua dulce y que además tenía costas en dos importantes océanos. Hoy sin embargo vemos con tristeza cómo casi todos los ríos y agua dulce del país y al igual que nuestras costas están seriamente amenazadas por diversos problemas ambientales.
El caos ambiental de Colombia empieza por el norte desde San Andrés, Providencia y los cayos, con su pesca ilegal, manejo inadecuado de basuras, desaparición de bosques, sedimentación de manglares y sobrepoblación. La costa Atlántica es un desastre y los arrecifes entre la Guajira y Urabá están a punto de desaparecer, así como ya desapareció mucha fauna marina y por supuesto el hambre ataca las pequeñas poblaciones costeras de pescadores. El interior del país tiene un problema gravísimo de tala, de sedimentación en los ríos, de extinción permanente de especies y de erosión. Las ciudades aún no definen un uso adecuado de los residuos y casi todos los rellenos sanitarios están mal aprovechados. Gran parte del país está invadido de sembrados ilícitos que arrasaron bosques nativos irremplazables. Los centros de producción de narcóticos envenenan los ríos al igual que la minería que vierte cianuro, mercurio y otros desechos mortales para la vida. Nuestro río Magdalena en vez de mejorar cada día está peor y sus maravillosas especies nativas están a punto de ser reemplazadas por la tilapia roja que se introdujo irresponsablemente en las cuencas. La industria y la agricultura vierten sin compasión sus residuos a las aguas con el beneplácito de las corporaciones autónomas que cobran multicas insignificantes frente a los daños causados. Ya no se salvan ni lo parques nacionales invadidos por el hombre. Unos pocos se han enriquecido envenenando las aguas y acabando con los recursos naturales del país frente a millones de colombianos afectados.
Muchos estamos esperanzados con su reelección, ya que en un período más largo, con seguridad que tendrá la posibilidad de terminar muchos proyectos importantes para nuestra patria. Hoy, en las puertas del siglo XXI se nos presenta una oportunidad única de hacer un trabajo vital para el país. Se trata de una Evaluación Ambiental Nacional cuyo objetivo es establecer precisamente un diagnóstico actualizado de la situación ambiental del país. Aunque la recuperación de la tierra y de las aguas a veces tarda años, muchos años, todavía estamos a tiempo.
Con las comunicaciones de hoy, los recursos de investigación de las universidades, con la posibilidad de comprometer al sector privado como causa y como beneficiario a través de patrocinios, sería mucho más fácil emprender una expedición que marcara las pautas para el manejo y la recuperación ambiental del que alguna vez fuera nuestro hermoso país. Ojalá nuestros nietos puedan pescar sabaletas…otra vez.