Dicen los budistas: “Los pensamientos son las semillas que siembras en el jardín de tu mente”. Ahora, de mi propia cosecha:“Solo tú eliges lo que siembras, lo que cultivas… y, finalmente, eso determinará lo que tarde o temprano cosecharás”.
La siembra es opcional, la cosecha es obligatoria.
Quiero, partir de la idea de que SOMOS nosotros quienes elegimos aquello que pensamos y la manera cómo pensamos. Más importante aún, de esas elecciones que hacemos cada día depende nuestro bienestar como seres humanos en todas las dimensiones que nos componen.
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Una forma simple de entender el ser humano de manera multidimensional es imaginarlo como una pirámide con cuatro niveles, en la que cada base está la dimensión física, nuestro cuerpo, que soporta el resto. Así las cosas, si no cuidamos de nuestro cuerpo, no estableceremos los cimientos necesarios para atender el resto de nuestro ser. Encima de la dimensión física se asienta la dimensión emocional, el corazón – nuestro centro. Sobre el corazón se apoya la dimensión mental, el pensamiento. Y, por último, coronando esta pirámide, está la dimensión espiritual, el alma – aquello que nos permite entender que pertenecemos a algo mucho más grande [el universo – la naturaleza – la vida – el infinito – el tiempo – el amor – Dios en sus múltiples formas y expresiones]… cada uno habrá de encontrar las puertas en su propia búsqueda espiritual (recordemos que espiritualidad es diferente a religión). También, es igualmente importante comprender que estas cuatro dimensiones están interconectadas por medio de la dimensión energética – el fluir o el bloqueo de la energía en nuestra vida comienza con nuestro cuerpo y llega hasta nuestro espíritu.
Sabemos mucho sobre la manera de cuidar nuestro ‘vehiculo’, al menos en teoría conocemos el impacto de la alimentación, el ejercicio y el sueño sobre nuestro cuerpo. Por el contrario, en general, en nuestra sociedad y en el mundo occidental, no tenemos ni la más mínima idea sobre la manera de cuidar nuestras emociones [el corazón], nuestros pensamientos [la mente], nuestro espíritu [el alma], y nuestra presencia [la energía]. Tenemos 2000 años de atraso cuando nos comparamos con las culturas orientales donde las prácticas de meditación, mindfulness, yoga y artes marciales constituyen parte esencial de la fórmula del bien SER, del bien ESTAR, y del bien VIVIR.
Yo tengo la fortuna de haber sufrido de ataques de ira – (entonces sé de lo que hablo). Era además un niño, un adolescente y luego un hombre absolutamente ansioso y bastante tímido. ¡Furioso, ansioso y tímido… que mala combinación! Por supuesto, que me da cierta vergüenza y pudor confesarlo; pero lo hago con el fin de señalar que mientras seamos seres humanos, seremos siempre susceptibles de mejoría. Las personas somos work in progress – siempre obra no terminada con potencial de mejora. En retrospectiva miro y encuentro que muchas de las reacciones desmesuradas que sufría (aún hoy me pasa ocasionalmente) eran consecuencia de la historia que yo mismo me contaba. Ese diablito o ese angelito que se sienta en cada uno de tus hombros y te susurra al oído, ¿qué te dice? ¿A cuál de los dos escuchas con mayor frecuencia?
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Las emociones se relacionan de manera muy estrecha con nuestros pensamientos; por eso si aprendemos a dominar, o al menos a modular los pensamientos, podremos controlar nuestro corazón. Toda tu realidad depende de la historia que tú mismo te cuentes. Un ejemplo concreto:
- Acción: Llamas a tu esposa, que está en el mercado, y le encargas un ingrediente especial para cocinar.
Resultado: Tu esposa llega del mercado sin el encargo. - Tu historia # 1: Te dices: “Claro, como a ella no le interesa lo mío, solo se preocupa de sus cosas, ella no me quiere”.
- Tu historia # 2: Te preguntas, ¿qué le habrá pasado que se lo olvidó el encargo?… le preguntaré para entender, porque eso no suele suceder.
- En la interpretación 1, asumes el papel de víctima, como consecuencia te genera rabia, tristeza y lástima de ti mismo.
- En la interpretación 2, escuchas a tu esposa que te cuenta que perdió su billetera y salió corriendo del mercado. Es una oportunidad para apoyarse mutuamente y fortalecer la relación.
¿Cuál de estas historias te hace una persona feliz?
Nuestra principal responsabilidad es trabajar cada día por elevar nuestro nivel de consciencia, para así diseñar el futuro en que queremos vivir y del cual podremos sentirnos orgullosos al momento de morir (en mi caso, por allá en el año 2070). De un joven irascible al que le daban rabietas que duraban hasta 5 días; y que era además ansioso y tímido, al adulto que soy hoy. he tenido algunos avances importantes, de los cuales me siento orgulloso. Esta evolución es fruto del enfoque y la dedicación de tiempo, atención y esfuerzo para desarrollar habilidades que me permitan cuidar mi corazón, mi mente, mi espíritu y mi energía. Hace unos 10 años puse en mis metas de principio de año: Aprender a meditar. La verdad es que esto NO ES DIFÍCIL. No es ciencia de cohetes ni astrofísica. Tan solo hay que tener la disposición a aprender a partir de la observación, la práctica y el aprendizaje desde la humildad que nos permita sorprendernos y maravillarnos. En la próxima columna hablaremos de la meditación y les enseñaré una práctica muy simple que dura tan solo 8 minutos y permite pasar de un estado de sufrimiento interior a un estado de armonía. Se llama Soul Sync o Sincronización del alma.
Termino con un fragmento del poema En paz del escritor mexicano Amado Nervo:
“Que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas”.