Los números, siempre fríos, que pueden mostrar un panorama incompleto, arrojan un dato contundente: en Colombia cuando elegimos vinos nos vamos a ojo cerrado por los tintos. De cien botellas vendidas, 62 corresponden a malbec, merlot, cabernet sauvignon, tempranillo y sus muchos otros hermanos de color rubí. En la misma cuenta, 18 botellas son de blancos, once de espumosos y en la cola aparecen los rosados: siete “no más”.
¿Qué nos pasó con los rosados? Si nuestro clima, cuando se pone abrazador, es ideal para su brindis frío. O nuestros planes de fin de semana: un sábado desde las once de la mañana en modo piscina o un domingo de picnic. Y qué decir de las comidas: son fantásticos sus maridajes con pechuga a la plancha y pollo asado; cañón, costillas y lomo de cerdo; también pizzas Margarita y de carnes y, por supuesto, sushi y nigiri (que nos los ofrecen con té y gaseosa y ¡la van muy mal!, porque el exceso de dulce se traga el bocado). ¿Qué nos pasó? Porque el mercado tiene ejemplares como Montes Cherub, Enate, Marqués de Riscal, BG Cotes de Provence, Kaiken, Portillo, Álamos, Mil rosas, Cousinho Macul gris o Los Ríos, de calidad y en toda la gama de orígenes, cepas y precios.
Las estadísticas son de Grupo Éxito, líder en ventas del vino en el país. Consulté con su sommelier, José Rafael Arango, y su respuesta explica qué nos ha venido ocurriendo: “En diez años los rosados han presentado gran crecimiento. Pasar de menos de uno al siete por ciento es impresionante”.
Para seguirlo en Instagram como @joserafaelarango, el sommelier añade un contexto: “De diez botellas elegidas en restaurantes, ocho eran de tinto.
Era el rey absoluto”. El panorama ha venido cambiando, las otras categorías han crecido y, cierra José Rafael, Medellín ha puesto una cuota importante: “Es el mayor consumidor de rosado, por fresco, agradable, amable”.
Así que va en la cola, pero tomando una mejor posición copa a copa. Y para quienes mantienen sus dudas, que las encontré en una publicación que hice en @losvinosdequintero, porque “son vinos mal hechos”, lean a Natalia Montoya Katab, de Nati Katab taller de maridaje: “Soy gran defensora de los rosados, son expresivos, aromáticos, fascinantes”, esto como resultado del buen trabajo en la viña: “Lograr un buen rosé no es tan sencillo como lo hacen ver algunos”.
Hay quienes también afirman que son vinos “para mujeres”, pero no vale la pena darle teclado a eso. Mejor, como agrega Natalia, @bynatikatab en Instagram, “el rosado permitió a gran parte de la población joven en nuestro país atreverse a dar el paso de comenzar a tomar vino y, por agradable, fresco, frutal y amable al paladar, le hizo quedarse”.
Como señala José Rafael, están de moda los rosados claros, aunque hay muchas familias: los color salmón y otros más oscuros. Y los elaborados con syrah, que han sido mis favoritos. Así que mejor que los fríos números, unos buenos brindis entre seis y ocho grados de temperatura de servicio. Fríos. Y sabrás.