| Dos productos, el etanol obtenido a partir de la caña de azúcar y el biodisel, un aceite de palma africana, se anuncian hoy por parte del Ministerio de Agricultura como un combate entre gigantes: la agricultura para energía vs. agricultura para alimentación. Resultado: Ambos son ganadores y lo mejor, aparecen otros, la economía y la pobreza. Dejando a un lado la euforia que parecen despertar los biocombustibles para sustituir el petróleo y ayudar a reducir las emisiones de monóxido de carbono a la atmósfera, necesitamos tener en cuenta experiencias, exigencias de países desarrollados, además de investigaciones que cuestionan abiertamente el nuevo boom comercial que en el futuro moverá mucho dinero, necesitará de grandes inversiones y puede resultar un remedio peor que la enfermedad. Veamos algunas: 1. Un estudio del Instituto de Ciencias y Tecnología del Medio Ambiente de la Universidad de Barcelona indica: “La materia prima que se usa en la producción de biocombustible se obtiene mediante agricultura intensiva”. Este sistema implica un alto uso de fertilizantes, pesticidas y maquinaria, ya que con métodos agrícolas menos intensivos, la producción sería mucho menor y los requerimientos de tierra y costos serían mucho más altos. 2. La Organización Para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que reúne las 30 mayores economías del mundo, teme que el auge de los biocombustibles producirá graves problemas, hará subir el precio de los alimentos entre un 20 y 50% en los próximos diez años. Y agrega, si se tiene en cuenta la acidificación de los suelos, el uso de pesticidas y los atentados a la biodiversidad, el etanol y el biodisel pueden resultar incluso más dañinos que la gasolina normal. 3. Peter Mandelson, Comisario Europeo de Comercio, advirtió durante la conferencia celebrada en julio en Bruselas sobre el tema y que publica en El Tiempo en la edición del 8 de octubre de 2007: “Los europeos no pagarán más para adquirir biocombustible si el etanol que mueve sus coches proviene de la quema de campos y cultivos, ni tampoco si se elabora a costa de la selva amazónica”. No hay duda la biorrevolución agrícola del siglo 21 llegó. ¿Seremos capaces de administrarla bien? | |