Hasta las acciones más etéreas se materializan de múltiples formas. Durante siglos, la filosofía ha abordado valores intangibles como la belleza, la virtud, el amor, la amistad, planteándose preguntas en la búsqueda de respuestas y manifestaciones palpables. A todos nos ha sucedido preguntarnos por los asuntos más existenciales y divagar, durante días o noches, ante las emociones profundas que nos asaltan.
Y así, transitando divagaciones que seguramente compartimos, en la sencillez de los corredores de un Hospital ha sido mi encuentro personal con las formas de la solidaridad. Imaginé por años que la solidaridad no tenía forma o que, si la tenía, su mejor manifestación era no ser visible; como nos lo enseñaron. Imaginaba que ser solidario debía ser algo que escapaba a mis posibilidades. Hasta hace algún tiempo pensaba que, como seguramente muchos otros lo hacen, ser solidario era algo que les correspondía a otros, a los que pueden, a los que les sobra. Y de nuevo las preguntas: ¿Les sobra qué?, ¿tienen qué, que los demás mortales no?, ¿miran hacia dónde?, ¿cómo encuentran los caminos para acercarse a otros?
Y con sorpresa, alegría y admiración durante este año he podido constatar que algunas posibles respuestas podrían ser algo como: “¡Les sobra humanidad!”, “tiene ganas desinteresadas de ser un respaldo para otros, quienes los necesitan (conocidos o desconocidos)”, “miran hacia donde hay problemas que, aunque les superen en capacidades, esperan dar un aporte con la certeza de que pequeños movimientos producen importantes cambios”.
Descubro que la solidaridad tiene muchas caras: adopta la forma de tiempos compartidos con personas que necesitan compañía o palabras; adopta la forma de donaciones con las que hospitales mejoran sus equipos, infraestructura o su personal especializado; adopta la forma de obsequios para alegrar las fechas especiales de quien, por necesidad, está en una cama de hospital; adopta la forma de tejido empresarial con el que es posible adelantar proyectos innovadores y de calidad para todos los pacientes; adopta la forma de canción, origami, parqués, lectura en voz alta, cuento y cercanía.
Algunos, de forma tímida, se acercan al Hospital y preguntan: ¿Puedo aquí materializar mi deseo de ser solidario? Otros afirman que ya tienen experiencia, saben cómo es y solo necesitan… ¿un espacio? Algunos, de forma anónima, dejan en nuestra cuenta un recurso, que se parece a la confianza en que cada día nos la jugamos por mantener vivo el Hospital de todos.
Y así, entre forma y forma, gesto y gesto, de la solidaridad he venido a aprender (en mi caso que era una de las que creía que conocía algo del tema) que siempre podemos hacer algo más, porque siempre alguien necesita. Que nos sentiremos satisfechos de haber entregado recursos, tiempo, energía, alegría y eso será invaluable para seguir abordando nuestras preguntas existenciales. Que el cuidado de la salud es un patrimonio colectivo, cada nuevo conocimiento puede salvar tantas vidas valiosas.
Sea pues este, también, generoso espacio para escribir sobre filantropía, solidaridad, generosidad, vínculos, confianza… Un lugar para encontrarnos con los colores, formas, rostros del amor por la humanidad y, por supuesto, ¡una invitación! a que volvamos la mirada a aquellos lugares que, a diario, de forma noble se han comprometido con cuidar a otros, nuestros otros.