Durante la administración de Sergio Fajardo se empezó a hablar de la idea de peatonalizar el parque. Los detractores argumentaron el infarto vial que esto causaría a la calle 10 y al flujo de la zona. Los impulsadores explicaron cómo la iniciativa –que incluía la posibilidad de adoquinar las calles– beneficiaría los ingresos del comercio y la comodidad de los usuarios, convirtiendo el Lleras en una “verdadera Zona Rosa como existe en otras ciudades del mundo”. Pero la peatonalización se llevó a cabo en 2010, con el cierre de algunas vías, haciendo uso de unas deslucidas vallas anaranjadas (que aún hoy permanecen allí). Sin embargo, muchos ciudadanos se quedaron a la espera de ver un cambio urbanístico real durante la administración de Alonso Salazar.
Ahora llevamos poco más de dos años enterándonos de escasos y ambiguos datos sobre un nuevo plan para renovar urbanísticamente el Parque Lleras, bajo el modelo de alianza público privada. En esta modalidad, la iniciativa es privada y se ejecuta sin recursos públicos, lo que tiene como resultado un exceso de confidencialidad sobre un tema de espacio público que interesa a la comunidad en general. Desde la administración municipal, el vicealcalde de gestión territorial, Wilson López, confirmó recientemente lo poco que ya se sabía: la alianza permitirá que se hagan mejoras en el parque y en el entorno, a cambio de una explotación comercial publicitaria en la zona. Según el funcionario, lo que falta es que las tres empresas privadas, interesadas hasta el momento en la alianza, presenten una propuesta definitiva de diseños para establecer un cronograma. Ya tienen un modelo del aspecto físico pero la estructuración financiera está pendiente, así que, asegura, faltaría poco. Sin embargo, ya en octubre de 2014, Juan Bernardo López, director general de la Agencia para las Alianzas Público Privadas en ese entonces, le dijo a Vivir en El Poblado que el proyecto comenzaría a ejecutarse en los primeros meses de 2015.
Mientras seguimos esperando que se concrete la anhelada reforma, también seguimos siendo testigos de un declive en el sector y del auge de lo que en algún momento el Código de Policía denominaba como “grilles y discotecas”, diferente a cafés y restaurantes, y cuyos efectos y consecuencias padecieron zonas como la carrera 70 o la calle San Juan. El temor de que el Lleras se convierta en una zona deprimida, donde abunde la prostitución, el vicio y la delincuencia subyace bajo lo que a todas luces es un espacio vital y un grandísimo atractivo turístico de la ciudad. Por eso mismo merece una intervención inmediata, un compromiso serio de la próxima administración y, en ese sentido, una muestra de interés por parte de los candidatos a la alcaldía.