Llevan la lectura a los municipios de Antioquia. Han logrado transformar cotidianidades y contextos en el territorio. Son los Paraderos de Libros de Comfenalco Antioquia, que cumplen dos décadas llevando la lectura a la ruralidad.
Su estructura es similar a la de un paradero de buses y se ubica en el espacio público, donde no hay una biblioteca cerca, tiene una cómoda banca y un sitio para almacenar obras literarias, decorado con colores vivos y diseños, según la identidad de la comunidad que los rodea.
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Elis Johana Caicedo es una de las promotoras de lectura de la caja Comfenalco que les da vida a estos espacios, con actividades de promoción de lectura, escritura y oralidad. Desde hace más de seis años recorre hasta dos horas de camino en un ‘chivero’ desde Necoclí hasta llegar al corregimiento de Puerto Girón, en Apartadó (Urabá), para compartir relatos, conversaciones y páginas que se pasan cuando hay sombra y brisa.
“Es una población muy apartada de todo, donde los estudiantes no tienen acceso a una biblioteca escolar. Los mismos docentes de Puerto Girón manifiestan que el Paradero de Libros llegó a buena hora porque los niños no tienen una pelota de fútbol ni un celular, para divertirse en su tiempo libre, lo único que tenían era el río para bañarse y ahora pueden leer historias y profundizar sus conocimientos”, cuenta Elis.
Este Paradero de Libros se encuentra muy cerca de la Institución Educativa Rural de Puerto Girón, de una casa ancestral y del río León, una zona cargada de sentido para sus habitantes.
Al igual que en Puerto Girón, Comfenalco Antioquia tiene otros cinco Paraderos de Libros, ubicados en Necoclí (Urabá), Santa Fe de Antioquia (Occidente), El Hatillo en Barbosa (Valle de Aburrá), Granada (Oriente) y Amalfi (Nordeste), lugares donde se cree en el poder de las historias y de los encuentros espontáneos entre libros y lectores.
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Andrés Felipe Ávila, coordinador de Fomento de la Lectura de Comfenalco Antioquia, cuenta que esta estrategia tiene una historia de 20 años, para llevar la lectura a zonas alejadas como parte del bienestar comunitario. “Estos espacios de encuentro con los libros nacieron en Fundalectura en Bogotá a finales de la década de los noventa, en esa época nos invitaron a sumarnos a la estrategia e implementarla en el departamento. Es una apuesta bibliotecaria para acercar la lectura a toda la comunidad”, agrega.
Esta estructura metálica es resistente al uso y su diseño cuenta con estanterías, para almacenar adecuadamente una colección de 300 libros en cada uno de los municipios. La estructura tiene bancas, un lugar para poner carteleras informativas y elementos necesarios para brindar el servicio de préstamo de libros.
La colección está conformada por diferentes géneros literarios y contenidos de interés: se puede disfrutar de poesía, novelas, cuentos, juegos de palabras como rimas, adivinanzas y trabalenguas; temas de interés general pueden ser consultados por toda la comunidad y contenidos relacionados con la vida cotidiana: artesanías, decoración del hogar, cocina, deportes y arte.