/ Carolina Zuleta
Hace unas semanas dicté un curso para personas que quieren convertirse en coaches de vida. Uno de los temas que tratamos es cómo crear más confianza e intimidad con nuestros clientes. Investigando este tema me encontré una conferencia de la filósofa inglesa Onora O’neill, que me llamó muchísimo la atención.
En su charla, Onora explica que hoy en día, nuestra sociedad dice que: 1. Los niveles de confianza han disminuido. 2. La falta de confianza es muy costosa y por lo tanto la necesitamos mucho. 3. Debemos incrementar los niveles de confianza.
Al mirar el mundo vemos que esto puede ser verdad. Por ejemplo, después de la tragedia del 11 de septiembre, en Estados Unidos, hemos parado de confiar en las personas que viajan en avión. Esto ha hecho que gobiernos alrededor del mundo inviertan miles de millones de dólares creando sistemas que evalúen a cada pasajero. Y nosotros, como pasajeros, estamos invirtiendo un tiempo significativo pasando por estos procesos de seguridad. Sin embargo, al final de su charla, O’neill explica que simplemente querer incrementar los niveles de confianza no es una buena idea, pues no queremos confiar en los que no son dignos de nuestra confianza. Para ella, la solución está en que cada uno de nosotros nos volvamos más confiables y demos evidencia de esto para que los demás puedan confiar en nosotros, es decir, aumentar nuestro nivel de confiabilidad.
Esta solución me parece maravillosa porque va de la mano de uno de mis principios de vida: asumir el 100 por ciento de la responsabilidad de nuestra vida. Cuando miramos un país como Colombia, observamos la poca confianza que tenemos en el gobierno, ciertas instituciones, otras personas, etcétera. La idea de incrementar el nivel de confianza en el país parece una tarea tan grande que es agobiante. Pero cuando cambiamos el enfoque a nosotros mismos y a nuestro nivel de confiabilidad, la meta se hace alcanzable. ¿Qué pasaría si cada uno de los ciudadanos empieza a aumentar su nivel de confiabilidad y da evidencia de esto?
Stephen Covey, autor del libro La velocidad de la confianza, propone cuatro aspectos a considerar cuando queremos mejorar este aspecto.
1. Integridad. Está definida por nuestra congruencia, es decir, cuando lo que pensamos, hablamos y hacemos está en línea.
2. Intención. ¿Por qué hacemos las cosas que hacemos? ¿Estás actuando por el bienestar de otros o solo por el tuyo?
3. Capacidades. Demostrar que somos competentes en nuestro trabajo, amistad o responsabilidades, aumenta nuestro nivel de confiabilidad.
4. Resultados. No es solo hablar, sino mostrar los frutos. ¿Cómo has logrado lo que dices que sabes hacer?
Hoy te invito a que reflexiones, y te preguntes: ¿en cuál de estos cuatro aspectos puedo mejorar para aumentar mi nivel de confiabilidad? Creo que si todos nos hacemos esta pregunta y tomamos acción para mejorar nuestro nivel de confiabilidad, entonces el nivel de confianza general va a mejorar.
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