Un paréntesis para empezar: tengo una cicatriz en la pierna derecha que, como si fuera la magdalena de Proust, me trae a la memoria sucesos del pasado. Las machitas puestas y las carreras con los primos por las mangas de El Picacho, desbocados y ajenos al suelo que pisábamos, persiguiendo cualquier globo que, haciendo volteretas anunciara aterrizaje. ¡Pum! Ese día, abrazada por primera vez al premio gordo, me enredé en un alambrado; el globo se rompió y el muslo quedó tatuado. Y, eso sí, el respeto de la manada, asegurado.
Eran de verdad. Sin mensajes cifrados, intereses agazapados, amenazas soterradas…, al mejor estilo de los muchos globos que últimamente, y sin lúdica alguna, andan volando bajo, encima de nuestras cabezas, con la candileja encendida y pronóstico de incendio. Mencionaré sólo algunos, el espacio es el que manda.
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Los que tienen a EU y China al borde de un ataque de nervios. Que las antenas delatan espionaje, alegan los gringos; que su único interés al meterse en espacios aéreos ajenos es científico, los amarillos. Avemaría, balbuceamos los espectadores. La Guerra Fría goza de cabal salud. (¿Dónde irán a parar estos globos?)
Los Ovnis que cada vez son avistados con mayor claridad y frecuencia, y tienen a los gobiernos del Norte con los pelos de punta y dando declaraciones -el Pentágono ha soltado la lengua, casi tanto como la experta en “idioma intergaláctico”, Mafe Walker-: “Imágenes que se han filtrado son reales y pueden suponer un desafío para la seguridad del país”. (¿Y a dónde, estos?)
Los que son amenaza real para la humanidad: el fundamentalismo talibán, el imperialismo de Putin, la tiranía de Kim Jong-un… (¿Dónde pararán?) Y, más cerca aún, algunos que tienen a la democracia en la hoguera: el régimen cubano que descresta a doña Francia, el dictador Maduro que parte un confite con don Gustavo, el desquiciado Ortega que a plena luz del día desangra a Nicaragua… (¿Dónde, estos?)
Los que surcan los cielos del país: el gobierno del cambio, por ejemplo; sus integrantes no se ponen de acuerdo ni en las reformas que proponen, ni en las declaraciones que dan, ni en el papel que deben desempeñar: ¿activistas o funcionarios?, ni en la Colombia que quieren, ni en para quienes gobiernan: ¿sólo electores?, ni en la izquierda que representan: ¿extrema o democrática?, ni en el estatus de Petro: ¿mandatario o candidato?… (A este, tan errático, no le sigue la pista ningún cazador de globos, por avezado que sea).
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Y los que planean cerquitica y sobrevuelan de manera arbitraria a Medellín, convencidos de que la ciudad es un baldío y ellos, señores de armadura que llegaron a rescatarla. Con la estopa al rojo vivo hacen lo que les da la gana, practican el adagio: divide y vencerás, casan peleas con todos los que no sean de su entorno, practican esgrima con los trinos, descalifican e irrespetan a sus contradictores; hacen caso omiso de las denuncias de corrupción que permean su administración, la de Quintero quien -como decíamos en el colegio- se siente la última coca cola del desierto… (Me pido no perseguirlos).
ETCÉTERA: ¿Dónde parará, pues, ese globo? Me refiero al terráqueo que, sin quien le fije el rumbo va, a toda mecha, camino al alambrado. ¿Gajes de la globalización?