Algunos restaurantes y negocios ubicados en la vía Las Palmas deberían recibir la atención de las autoridades de tránsito: el simple batir de un trapo rojo en la glorieta de Indiana puede generar un gigantesco trancón.
El batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán al otro lado del mundo.
Este es el concepto básico de la teoría del caos, que describe cómo una pequeña alteración en alguna de las variables puede generar efectos profundos en los demás componentes de un sistema, incluso a muy larga distancia.
Adaptando el concepto a nuestro medio, el simple batir de un trapo rojo en la glorieta de Indiana puede generar un gigantesco trancón en toda la vía Palmas, desde la propia loma de Los Balsos.
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Resulta que, si un conocido restaurante ubicado en plena glorieta de Indiana está teniendo una buena tarde o noche, si las entradas y salidas de su parqueadero son más frecuentes de lo habitual y el encargado debe batir su trapo rojo con mayor entusiasmo y frecuencia, todos los conductores y pasajeros que pretendan subir por Palmas se darán por enterados. Y por afectados.
Lo notarán, sin duda, pues los últimos cinco kilómetros de subida les podría tomar hasta una hora. Y no es por accidente, no es por obras en la vía, no es por controles policiales… Como ocurrió, por ejemplo, el pasado 7 de diciembre.
Es solo que el restaurante de marras comparte su acceso con la calzada principal de una glorieta que hace mucho tiempo superó su capacidad de diseño. Por estrecha y por estar ubicada en el cruce de vías más crítico para toda la movilidad entre Medellín y el Oriente antioqueño.
Es solo que a ninguna autoridad le ha parecido su responsabilidad exigirle habilitar accesos o salidas que no bloqueen la circulación cada que un cliente entre o salga de sus instalaciones.
A decir verdad, no es este restaurante el único que se siente dueño y señor de la vía Palmas, de facto autorizado para incidir sobre la circulación de todos. A lo largo de toda la vía, a través de las décadas, se han instalado negocios de todo tipo, además de restaurantes y paraderos. Qué tal las carpinterías de borde de carretera, las tiendas de santos y artículos religiosos.
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Actividad industrial y comercial casi seguramente ilegal, 100 % adaptada a trabajar en esa franja estrecha. ¡Quién dijo bermas, quién dijo seguridad! ¡Y quién dijo control ambiental! Porque también son altos generadores de basuras y desechos tóxicos de carpintería que, claro, van a la quebrada Las Palmas y, posteriormente, a la represa de La Fe.
Solo podemos especular sobre por qué las autoridades ambientales circulan por esta vía varias veces por semana sin actuar con la diligencia y nivel de exigencia que los caracteriza.
Tal vez, como parece suceder con las autoridades de tránsito, la berma de una vía o la franja de al lado no forman parte de su territorio. Entretanto, que se siga agitando el trapo.
¡Feliz Navidad y maravilloso 2023!