A la ya complicada movilidad de la transversal Inferior, se suma la llegada de una enorme tienda por departamentos. ¡Se vienen días difíciles para el pobre San Lucas!
Es natural que un gran almacén desee ubicarse tan cerca de su público objetivo como le sea posible. Además, es imperativo para su buen desempeño que la experiencia de acercarse a la tienda o salir de ella no sea ingrata para el público y, ojalá también, para los cientos de empleados y proveedores.
También es claro para todos que ya prácticamente no existen lotes en Medellín y el Valle de Aburrá donde se pueda instalar cómodamente, como antes, un gran almacén.
No, ya los pocos espacios disponibles en Medellín son estrechos. Con mayor razón, en El Poblado. Y peor aún, en las transversales.
Todos los accesos y salidas de un centro comercial o gran tienda fácilmente colapsan, generando complejas congestiones y no pocas incomodidades a sus vecinos. Como ocurre frecuentemente con el muy concurrido supermercado del cruce de Los Balsos con la transversal Inferior, gran contribuyente a trancones en la loma.
De ahí que resulte tan exótico que una enorme tienda por departamentos vaya a ubicarse sobre la Inferior. Justamente una de las vías que hoy, cualquiera lo ve, están más saturadas.
Y precisamente seleccionaron el tramo de acceso a San Lucas, cuyos habitantes deben destinar buena parte de sus horas hábiles a esperar y esperar en el lentísimo e infaltable trancón. Muchos de ellos son propietarios que seguramente pagaron un importante cargo por valorización en la pasada década. Que tienen todo el derecho a pensar que la vuelta salió muy mal. Y que los estafaron.
Estafa, sí. Al fin y al cabo, la promesa básica de Fonvalmed en su momento invitaba a pagar con entusiasmo pues, además de ver sus propiedades valorizarse, todos ellos por estas épocas estarían pasando más tiempo con sus familias debido al menor tiempo de desplazamiento asociado a las futuras obras.
Pero ¿a quién se reclama si la tal valorización resultó siendo negativa?
Volviendo a la gran tienda, ¿cuánto tráfico nuevo atraerá sobre una humilde, estrecha y sinuosa transversal Inferior que hace tiempo superó la saturación? ¿Cuántos camiones se sumarán todos los días, y quizá todas las noches, al colapso? ¿Cómo será el transporte de los empleados? ¿Cuánto material particulado adicional se generará a lo largo y a los costados de la vía?
Buena parte de este tráfico arribará a la tienda subiendo o bajando por Los Balsos antes de tomar la Transversal. ¡Qué mala noticia para todos! Ah, ¿y luego por dónde saldrán? Muchos automóviles y camiones bajarán por la loma del Campestre y los demás intentarán dar la vuelta por San Lucas para tomar la transversal Superior. ¡Peor aún!
En resumen, lejos de tratar de mitigar una situación actual de por sí ya crítica, hemos encontrado y estamos implementando una de las más efectivas formas de empeorarla.
¡Se vienen días difíciles para el pobre San Lucas!