Hasta el 19 de marzo, estará en la galería Policroma una exposición que reúne la obra de Angela Restrepo, una de las artistas más destacadas en grabado y dibujo, durante las últimas décadas, en Colombia. Conversamos con ella y con Julián Posada, el curador
Llega con la calma de los sobrevivientes. Saluda a un par de personas que hay en la sala, entre ellas, una mujer que vive en Nueva York y quiere llevar a su casa, una de sus obras.
Un par de minutos después, Angela Restrepo está lista para responder un par de preguntas. En la pared blanca que tiene enfrente, está fijado un trozo de tela donde aparece la frase de Albert Camus que sirve de título a esta exposición: “en pleno invierno finalmente supe que había en mí un verano invencible”.
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Al preguntarle sobre su relación con esa frase, dice que el verano es como estar ahí, en esa silla, al lado de una tela que va a bordar todas las tardes, y que estará lista al final de la exhibición. Dentro de sus cuadros hay dibujos a los que da color con lápices de madera o que son atravesados por sus hilos y agujas. El verano es eso: estar con sus grabados, moverse, salir de la casa; también saber que ya quedó atrás la enfermedad, el encierro obligado, la muerte de Rubicita, su perra querida. “Me pasó de todo en estos últimos años”, dice con voz suave y pausada. Después de dos años de interrupciones, esta exposición es posible.
Sobre su gusto por el grabado, explica que las láminas originales son riqueza y también posibilidad: “son el patrimonio de un grabador y pueden volver a usarse, de formas distintas”.
Sensibilidad y resistencia
Angela Restrepo nació en Medellín y estudió Arte en la Universidad de Antioquia. Ahí tuvo como maestro a Aníbal Gil quien le transmitió la curiosidad y gusto por el grabado. Ha sido profesora en la Universidad Pontificia Bolivariana y en la Colegiatura Colombia.
En esta sala que está a unos cuantos minutos de la avenida El Poblado, la calma es un sentimiento predominante. También es posible que al llegar hasta aquí, el visitante sienta una calidez inexplicable, como si estuviera en un espacio conocido, similar a ese sentimiento de haber llegado a su casa. Julián Posada, el curador, lo explica: “muchas personas que han visto esta exhibición dicen que verla les ha dado paz. Esto no es común en el arte y creo que tiene que ver con el hecho de ser una obra donde no hay poses, donde hay espacio para el silencio y se siente la sensibilidad de Ángela; también su honestidad para contar la vida, como es”.
Agrega que “Un verano invencible” ha generado interés y esto tiene que ver, también, con la atención que se da últimamente a la obra y trabajo de las mujeres.
Al preguntarle sobre el poder del arte, Julián Posada, dice: “es como la música, nos permite aligerar las cargas. A Angela le ocurrieron muchas cosas en estos últimos años. Y esa misma sensibilidad que la derrumbaba fue la misma que le permitió mantenerse”.
Al caminar por este lugar donde vive su obra, por estos días, se ven unos dibujos cuyos personajes se repiten: son sus perros quienes aparecen entre los cuadros, a través de las paredes, en figuras de tamaño menor y que recorren la galería. Julián Posada cuenta que son el “eje central”, porque son el universo de Ángela. Explica que no podía limitarse a dejarlos en un solo sitio. Por esta razón “tenían que estar caminando, que pudieran dialogar con toda la obra”.
En un texto que Julián Posada escribió, a propósito de esta exposición, es posible leer: “decía Hiparquia (una de las primeras filósofas) que la mente es un gran telar de palabras. En la obra de Ángela María Restrepo, su imaginación actúa como un repositorio de las imágenes de su vida que ella entrelaza y repite sin cesar y apenas con cambios sutiles. Como si fuese Penélope, Restrepo teje y desteje su intimidad a través de esas imágenes que itera una y otra vez desde hace años. Su obra tiene la virtud de las labores cuidadosas, de la vida lenta, de la voz tenue. El suyo es un trabajo que nos señala lo simple, lo rutinario, lo que tantas veces no vemos”.
Y agrega: “la razón de ser del grabado es la serialidad, aquí es disculpa para construir unas piezas que se repiten, pero que la artista altera a través de diversas composiciones e intervenciones, la técnica es el instrumento que agiliza un proceso que de otra manera resultaría demandante, lo que parecen esbozos son escenas que ilustran el reposo y el sosiego, los pequeños ovillos de vida que yacen plácidamente, en una siesta eterna, cada imagen es la analogía del espacio íntimo que habita la artista”.
Ana Cristina Vélez, maestra en Historia del Arte, dijo en el pasado que uno de los méritos de Angela Restrepo es que es una artista de la intimidad.
Resistir a través de la sensibilidad y los dones propios, es, también, un mensaje implícito de esta exposición.
Alumna de Aníbal Gil
Ha sido uno de los artistas y docentes más destacados de Colombia. Dibujante, pintor y grabador, nació en Don Matías, en 1932. Después de estudiar pintura en Medellín, y en el Instituto San Marcos, en Florencia, Italia, regresó a esta ciudad, en 1957. Corría el año de 1964 cuando fundó el Taller de Grabado en el Instituto de Artes de la Universidad de Antioquia, y del que ha hecho parte Angela Restrepo. En los últimos años donó 347 grabados de su colección privada al Museo de Antioquia, realizados en aproximadamente 50 años de trayectoria. Los conocedores coinciden en algunos de sus atributos: innovación, sensibilidad, habilidad para la figura humana y habilidad para el manejo de la luz y el color.