Recientemente se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, una fecha que permitió recordar la estigmatización de las enfermedades mentales. Una reflexión que comparte con los lectores de Vivir en El Poblado el concejal Luis Bernardo Vélez.
Mario no llora, o bueno, ya ha llorado tanto que siente como si las lágrimas se hubiesen secado. Algunas veces las personas le dicen que no tiene motivos para llorar, entonces se avergüenza y mejor se esconde para hacerlo.
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Y no importa si los días son soleados o si hay lluvia, igual todos le parecen eternos y muchas veces ni siquiera le es posible levantarse de la cama. La gente le dice que hay algo mal en su cabeza, que no está bien sentirse agobiado por todo, que la vida es tan sencilla, que no tiene caso estarse quejando.
Entonces aparece el autoestigma, no el autoestima, ese “valor supremo” del que psicólogos y filósofos han hablado durante años y señalado como el propósito inicial de cada ser humano, aprenderse a querer con los defectos y virtudes. Es el autoestigma, ese sentimiento de rechazo propio, de miedo a ser, a decir, a no encajar.
Esta es la realidad que a diario vive Mario, una realidad que es más común de lo que se piensa y con la que todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido identificados.
La depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo; se calcula que afecta a más de 300 millones de personas de todas las edades, condiciones sociales, sexuales y religiosas, presentándose principalmente en adolescentes y adultos mayores.
De forma diaria, millones de seres humanos padecen con un enemigo al que siguen llamando silencioso, pero que cada vez hace más ruido.
En la familia y la sociedad, la enfermedad mental siempre ha sido estigmatizada, puede ser el miedo que tenemos a aquello que no podemos controlar y entonces rechazamos todo lo que no es común, le restamos importancia a los problemas emocionales como si fueran invisibles o no significaran nada.
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En el camino a hacerle frente a esta problemática, lo primero es reconocer que es una enfermedad y que, como tal, necesita ayuda profesional. También es importante que cada uno de nosotros practique el autocuidado frente a la salud mental; cuidar lo emocional, hacer deporte, comer bien, dormir bien, estar con otros, dialogar.
Todos tenemos una gran responsabilidad y es la de rodear a aquellos que más nos necesitan; son vitales los grupos de apoyo, las redes familiares y de amigos.
Recientemente se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, lo que me motivó a hablar de este tema: la estigmatización de las enfermedades mentales, incluida la depresión, sigue siendo un obstáculo para que las personas se animen a pedir ayuda.
Hablar de la depresión, con un familiar, amigo o profesional de la salud, o en espacios más amplios (como la escuela, el lugar de trabajo y los entornos sociales) así como también en el ámbito público (medios de comunicación, redes sociales, etc.), ayuda a eliminar esta estigmatización, contribuyendo a que las personas inicien un tratamiento adecuado.
Por: Luis Bernardo Vélez
Concejal de Medellín