/ Álvaro Molina
Alcalde Aníbal: así se llamaba una columna que escribía mi papá por allá en los 80 en el periódico El Mundo, en la cual literalmente soñaba con una ciudad mejor, pues para él era una obsesión el desarrollo sostenible y equitativo de Medellín. Hablaba del metro, cuando apenas era una utopía; de una ciudad muy arborizada, trabajo que él mismo pudo hacer ad honórem gracias a la generosidad de sucesivas administraciones que lo nombraron y ratificaron por muchos años como alcalde cívico de zonas verdes; curiosamente, su mayor ilusión era un gran parque alrededor del río Medellín, el cual ha sido uno de los proyectos bandera de su administración. Estoy seguro de que le cambiará la cara a la ciudad y será su gran legado para las futuras generaciones.
Alcalde, he sido testigo de su apoyo al sector gastronómico, especialmente de la mano de su esposa, doña Claudia. Ella se ha ocupado de varios temas vitales para la recuperación y construcción de la gastronomía regional como la manifestación más importante de nuestra cultura antioqueña, a través del trabajo de los corredores gastronómicos y los mercados campesinos, dos proyectos maravillosos por su alcance social que benefician a muchísimos microempresarios, cientos de pequeños negocios del sector alimenticio y montones de familias campesinas de los cuatro corregimientos del municipio.
Por eso, señor Alcalde, le escribo esta nota para hablarle de un sueño compartido con doña Pilar Velilla, quien, como usted sabe, ha sido una de las grandes transformadoras de la sociedad, a quien le debemos dos obras impresionantes como el nuevo Museo de Antioquia –reconocido en el mundo entero–, y el Jardín Botánico, extraordinario, ambos orgullo y mayores atracciones de Medellín. Se trata de la recuperación de la Plaza Minorista José María Villa, que por dentro nada tiene que envidiarle a las mejores, pero necesita urgente una restauración y mejora de sus alrededores. Estamos seguros de que beneficiaría a miles de familias humildes que trabajan allí, y a otro tanto de campesinos agricultores que la proveen.
La tan anhelada cultura gastronómica, vital para el desarrollo, requiere un espacio más amable y moderno, una plaza de mercado que congregue a los habitantes de todos los estratos y se convierta en el polo de desarrollo del sector de alimentos, pues contribuye enormemente con el bienestar de millones de habitantes de la ciudad, el departamento y el país. Con la recuperación de la Plaza le dejaría a la ciudad un espacio de esparcimiento y negocios, al campo la posibilidad de expresarse a través de sus productos, y al país un lugar único para mostrarle al mundo la riqueza y diversidad de nuestra tierra.
Entre otras cosas, a todos los que no conocen la Minorista los invito a descubrir una plaza limpia, segura, con buenos parqueaderos, sin olores molestos, con espacios y corredores amplios, muy bien organizada por secciones, con restaurantes, chazas y caspetes de cocina deliciosa, pero sobre todo llena de gente amabilísima lista para atenderlo y ofrecerle alimentos frescos y recién cultivados. Para los que trabajamos en cocina es un placer visitar este espacio rico en oferta, a precios incomparables; para los estudiantes debería ser un sitio obligatorio en su educación. Valga la ocasión para mencionar otras plazas igualmente importantes como la Central Mayorista, la Plaza de la América y La Placita de Flórez, y tantas otras de barrio y parques de pueblo que representan lo mejor de nuestra Antioquia.
Alcalde, tiene otra oportunidad extraordinaria de dejar su huella para las futuras generaciones.
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