/ José Gabriel Baena
La Universidad Autónoma Latinoamericana acaba de publicar un libro de excelencia deliciosa: se trata de la gran antología Oficio lector, de Jairo Morales Henao. Recoge medio centenar de ensayos críticos, en su mayoría sobre libros mayores y menores, a más de revistas y toda clase de escritos sueltos aparecidos en periódicos, boletines y hasta en pasquines en la región antioqueña, con unas pocas excepciones, datados ellos de las postrimerías del siglo 19 y casi hasta nuestros días.
Los ensayos en sí agrupan poco más de veinte años de escritura paciente y concentrada: joyas, joyeles y camafeos que son un viaje placentero por este tipo de asuntos que Morales quiso rescatar de algo que para muchos nostálgicos es ya parte del pasado, considerada la velocidad de olvido de los tiempos que corren. El libro se puede leer por cualquier página pero recomiendo hacerlo con devoción desde su inicio, donde el autor nos relata el origen de sus pasiones librescas y escriturales desde su infancia.
Morales H. dirigió durante unos treinta años la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto, donde en su querida penumbra de algún cuadro de Vermeer talló con esmero una por una estas piezas que hoy tenemos entre manos. Precedentes de este libro son las dos antologías semejantes que le publicó la BPP en los años 90 con el nombre de El texto y la mirada, cuando la institución contaba con un sólido Fondo Editorial hoy casi desaparecido por la maldita cuestión de presupuesto (así como se prevé hoy el naufragio de Colciencias). Debo resaltar que la revista Escritos desde la Sala permanece, un medio anual donde nuestro autor ha firmado decenas de críticas.
Ahora, personalmente me sobrecoge la impresión de que con este Oficio lector, Morales puede estar cerrando una gran época de su escritura. Aunque tampoco es cuestión de adelantarnos, ya que desde hace años pule en secreto “monacal” un par de novelas densas y extensas que terminarán mordiéndose sus gloriosas colas de cometas quizás en un diciembre próximo. Pero con la antología de la Autónoma, los lectores curiosos y lentos, los historiadores veloces y fugaces, qué digo, los amantes en general de la literatura antioqueña podrán darse un festín como de pastel de gloria carrasquillesco.
¡Dios mío, de cuántos autores he olvidado sus nombres y los títulos de sus obras y cómo los evoco hoy con suave amor de editor en retirada! Gran parte de las críticas me llevan a ese otoño de la “antioqueñidad” hoy devastada, labrada a golpes de látigo, hacha, machete, herramientas de minería, fábricas de grises esclavos, todo eso. Una especie de rancia modernidad que se apaga tan lentamente como el sol de los domingos, al atardecer, cuando será mejor leer estas páginas reunidas. Morales Henao, como el Dante lector que aparece en la carátula, ha escrito con pluma maestra, limpia y diáfana todos estos textos, de los cuales agradecemos sobremanera que no aparezcan en ellos las odiosas notas de “pie de página” que usan a granel los historiadores universitarios al uso y que hacen de cualquier mínimo ensayo un sartal de anzuelos indiscernible. Cito al paso, para cerrar, el título de un libro de George Steiner: No passion untouched: con su oficio lector, Morales no ha de tocar o acariciar ninguna de sus pasiones, como los grandes autores del ensayo hispanoamericano, para no ser paisas exagerados.
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