El resultado de los paros y los bloqueos es incierto y de larguísimo plazo. Lejos de obtener más empleos, habrán conseguido destruir millones.
Noto que a los protagonistas de los paros y bloqueos los une un factor común: la expectativa de que al final del proceso actual -de acercar al país al abismo y, además, empujarlo de la manera más egoísta e inmadura posible- obtendrán beneficios concretos, inmediatos y al alcance de todo el pueblo.
Le puede interesar: Tribalidad antes que Verdad
Antecedentes hay, por supuesto. ¿Cuántos paros camioneros -seguramente todos- han terminado solo cuando el gobierno inclina la cabeza y acepta subir las tarifas de los fletes o bajar los peajes?
La narrativa de los promotores de la debacle de hoy, Petro incluido, se basa en que hay élites políticas y económicas que tienen toda la culpa de lo mal que lo está pasando el pueblo. Y que deben prolongar la situación, presionando más y más a esos supuestos culpables, pues finalmente terminarán dándose por vencidos y entregando algo que tenían muy bien guardado y no habían querido soltar.
Argumentan que en Colombia no ha habido empleo digno y bien pago “para todos”, porque los que siempre han dirigido el país de manera mezquina se lo han negado al pueblo. Sigamos parando y bloqueando, y por fin cederán…
Y en ese momento, que ya lo sienten cercano, sí llegarán los buenos empleos.
Y llegará la justicia, y por fin habrá precios justos para los campesinos, y los servicios públicos y la educación serán gratuitos para todos, etc., etc.
A diferencia de una “negociación” con camioneros, a quienes al final sí se entrega algo tangible e inmediato, como es un aumento de fletes -que siempre perjudica más a los estratos bajos, faltaba más- a un gobernante no le es posible entregar empleos en una mesa de negociación.
Solo puede prometer hacer lo que esté a su alcance para generar y mantener un entorno en el que las empresas deseen vincular más trabajadores. Pero es un resultado totalmente incierto y de larguísimo plazo, que depende de miles de variantes internas y externas que nadie predice ni controla.
Igual la justicia, igual los precios “justos”, igual casi todo lo que piden.
Petro y el Comité de Paro, entonces, por más que insistan, tendrán muy pocas conquistas concretas para mostrar a sus seguidores. Que, en el mejor de los casos, solo beneficiarían a muy pocos de los que hoy dicen representar.
Se levantarán de la mesa cansados y más confundidos que nunca. Serán criticados por ambos lados: por su claudicación y falta de carácter, o por su ridícula terquedad e infantil desconocimiento de las realidades básicas de la vida y la economía.
Lejos de obtener más empleos, habrán conseguido destruir millones y condenar a sus representados a la miseria.
Peor que si los camioneros hubieran “obtenido”, en lugar de un alza, una rebaja del 50 % en sus fletes…