Por Carlos Arturo Fernández
Edgar Negret. Juguete Andino | Pablo Guzmán. Personaje de espaldas |
Las bodas de plata de la Subasta de Arte de la Corporación de Amor al Niño Cariño, es una excelente oportunidad para pensar acerca del significado de estos eventos y, de manera especial, para señalar el alto nivel estético que ha logrado Cariño.
Las subastas son programas de gran importancia en el sistema del arte porque se constituyen en medio privilegiado para el conocimiento y comercialización de los trabajos artísticos. En el imaginario de cualquier persona están presentes las grandes subastas internacionales, unidas a la posibilidad que ofrecen de que aparezcan obras desconocidas y de que se posicionen los artistas aunque, como es obvio, muy pocas personas tengan la posibilidad real de participar en ellas.
Como objeto de valor, la obra de arte está sometida a los avatares de la oferta y la demanda en el seno de la sociedad de consumo, incluso más allá de sus valores estéticos que se ubican en una dimensión conceptual imposible de reducir a términos monetarios. Y las subastas posibilitan ese juego especializado que, además de permitir el conocimiento de las obras, las enfrenta entre sí y con el mercado en general. El resultado lógico es la circulación de las obras que, con unos precios que se regulan por la comparación constante de trabajos y de artistas, se mueven en el mundo de los coleccionistas.
Durante siglos, el arte estuvo limitado a las esferas de la Iglesia, del poder político y de la aristocracia. En la medida en la cual, sobre todo en los dos últimos siglos, se extienden el coleccionismo privado y el empresarial, la subasta se presenta como la mejor opción para ese mercado del arte, más que la compra directa al artista en su estudio o a través de galerías que lo representan, y más incluso que las exposiciones. Y es que una subasta no es tanto una muestra colectiva, aunque se aproxima a ello, sino, sobre todo, un espacio de confrontación entre obras y artistas.
En el caso de la Subasta de Cariño esa confrontación ha sido particularmente rica. A lo largo de estos 25 años, el comité organizador se ha preocupado de que en el evento estén presentes los más significativos artistas de la historia colombiana y muchas figuras trascendentales del ámbito internacional. Este año, por ejemplo, podrán verse obras que van desde Longas, Botero y Roda hasta jóvenes como Nadir Figueroa y Pablo Guzmán, pasando por Beatriz González, Hugo Zapata, Luis Caballero, Norman Mejía, Ethel Gilmour o Maripaz Jaramillo, entre muchos.
Carlos Jacanamijoy. Caminos de agua | Jorge Jaramillo. Musicromías en ocres y sepia |
Para lograr estas metas, la Subasta de Cariño ha buscado siempre el apoyo de un curador que, con su mirada de conocedor profesional, contribuya a la variedad y seriedad del conjunto de obras. Durante muchos años ese papel fue cubierto por Adolfo Naranjo y Pilar Velilla. En la actualidad, la Subasta cuenta con la curaduría del galerista Alberto Hugo Restrepo.
Curador es alguien que cuida, que protege, tanto las obras como los intereses del público. Y en este caso la selección lograda entre el curador Alberto Hugo Restrepo y el comité asegura que la Subasta de Cariño sea un triunfo para los programas sociales de la Corporación. Pero también que sea un éxito desde el punto de vista estético que es lo que, en definitiva, garantiza la solidez y continuidad del proyecto.
Maripaz Jaramillo. Ellas. | Alejandro Gómez. Eclipse parcial de sol 3/6 |