No hablemos de tacos ni choques; hablemos de cómo la ciudadanía se está comportando en las calles y a qué le juega a Medellín, una ciudad con probado sentido de pertenencia entre sus habitantes, que se ha constituido como modelo entre sus pares y que desde siempre ha generado un aura de civismo, compromiso y cumplimiento.
¿Todo eso es verdad? O ¿son valores que se han ido degradando? Hay alertas serias. Por ejemplo, la que reportó Vivir en El Poblado semanas atrás, de ciudadanos que optaron por sumarle a su práctica de estacionar en sitios prohibidos, la de cubrir las placas de sus vehículos para que la autoridad no pueda hacer su labor de control y sanción. También se ve con elocuencia en Ciudad del Río o en Poblado Centro, donde las señales de prohibido estacionar son solo adorno de un sinfín de vehículos dejados en la vía por sus conductores, habiendo estacionamientos formales en las mismas manzanas. O como lo reporta el mismo Secretario Martínez: cerca de 200.000 conductores que rodaban sin Soat ni revisión tecnicomecánica, o los ciudadanos que, pese a las pruebas, se enfrentan a la autoridad para evitar que esta imparta comparendos.
¿A qué le juegan esos ciudadanos a Medellín? Salir a las calles a imponerse, a tomar ventaja, a burlar el orden no puede ser la lección que nos dejaran los oscuros personajes de los años 80; ni la indiferencia, el dejarle toda la responsabilidad a la autoridad o apostarles solo a intereses particulares, financieros y de empresa privada, debería ser el comportamiento de una ciudad que se precia de ser modelo internacional.
100 guardas de tránsito, los pocos que hay en operación por turno, nunca resolverán los problemas crónicos de estas calles en orden, seguridad, eficiencia y comodidad ¿Usted, su entorno familiar, su empresa, cómo le han jugado y cómo le seguirán jugando a Medellín?