En una cultura donde la soledad es sinónimo de rechazo, esta no es peligrosa sino vergonzosa, una amenaza: una forma de castigo. Así, muchos eligen andar aunque sea mal acompañados.
En casa me enseñaron que es mejor estar sola que mal acompañada. Pero cuando se trataba de salir a la calle, sobre todo de noche, me suplicaban que era mejor estar con alguien, con quien fuera -preferiblemente un hombre-, pero nunca sola, porque algo me podría pasar.
La vida me ha hecho más solitaria que amiguera. Y mientras entendía que no estaba mal ser y querer estar sola o tener pocas amigas contables con una mano, me costaba trabajo ver pasar por el frente la cantidad de planes, antojos o lugares por conocer solo por no tener la compañía oportuna para hacerlos.
En una cultura donde la soledad es sinónimo de rechazo, esta no es peligrosa sino vergonzosa, una amenaza: una forma de castigo. Muchos prefieren no ser vistos por ahí hablando solos o sin más que con ellos mismos porque hacerlo es de tontos y perdedores. Entonces eligen andar aunque sea mal acompañados para demostrar que sí, que no están solos, que hay personas que los quieren, que valen la pena.
Un día me aventuré a viajar sola. Estaba cansada de depender de alguien más hasta para ir al mar. ¡Qué tal! Dependencia emocional, psicológica, económica y ahora turística y playera. No, la vida es muy corta como para esperar a ver quién puede y quiere acompañarlo a uno a vivir.
Lo curioso es que pocos me preguntaron si era seguro. A diario escuchamos casos de mujeres que fueron violadas y asesinadas en todo el mundo porque viajaban solas o estaban solas de noche en la calle, como si ello fuera excusa para que pasara, como quien dice, “se lo buscó”.
Pero a nadie le cuestionó mi seguridad. Me preguntaban una y otra vez que uno qué hace con uno, que qué hacía para pasar el día, que cómo me entretenía o cómo lidiaba con eso de no tener con quién hablar.
Pero lo entendí. En este nuevo lenguaje de corazones, likes y emojis, no necesitas habilidades sociales porque con un doble tap a la pantalla ya creas un pacto de amistad indestructible. ¿Y qué pasa con nosotros? Ya no sabemos dialogar ni negociar con otros ni con nosotros mismos.
Ahora somos seres inútiles para empatizar. Y así, lo que comenzó por ser un espacio donde quise compartir sugerencias para viajar segura, terminó siendo uno donde cuento cómo me acompaño, cómo me hablo, cómo converso conmigo. Al parecer es más encartador viajar con uno que con una mala compañía.
Y me acordé de mi mamá y de sus ¿ya llegaste? ¿qué planes tienes? ¿está todo bien? Y pensé: en un mundo donde la soledad es vergonzosa y no sabemos lidiar con ella, viajar sola es un acto revolucionario no solo porque regresé a salvo, sino porque sobreviví a mi propia compañía.