Esta semana, la Universidad de Antioquia tiene un doble motivo de celebración: el cumpleaños número 218 y el retorno a la presencialidad.
Hace exactamente 218 años, el 9 de octubre de 1803, nació la Universidad de Antioquia. En una época de cambios en el Virreinato, los vecinos de la Villa de la Candelaria habían pedido permiso al rey Carlos IV para fundar “una escuela de Primeras Letras, Aula de Gramática y Cátedra de Filosofía”. Después de 13 años de ruegos, llegó la Real Cédula de Fundación autorizando crear el convento de San Francisco, como un gran esfuerzo colectivo: el comerciante Juan José Callejas puso 4 mil castellanos de oro, Juan Salvador Villa compró una casa, y los vecinos hicieron convites los fines de semana para aportar horas de trabajo.
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Hoy la Universidad de Antioquia sigue siendo el resultado de un esfuerzo colectivo, público y privado, que mantiene el espíritu dispuesto para la discusión de diferentes ideas y la búsqueda de escenarios de equidad, con el compromiso de ofrecer los mayores estándares de calidad. En la última medición de la firma de consultoría Sapiens Research, que año tras año publica el ranking de las instituciones de educación superior, la de Antioquia es la segunda universidad del país en los indicadores de investigación y publicaciones científicas, después de la Universidad Nacional; y la primera en el departamento, por encima, incluso, de las instituciones privadas más prestigiosas de Colombia.
Hoy la Universidad de Antioquia sigue siendo el resultado de un esfuerzo colectivo, público y privado, que mantiene el espíritu dispuesto para la discusión de diferentes ideas.
El aniversario de nuestra Alma Máter coincide esta semana con el esperado retorno de sus docentes y estudiantes a la presencialidad, después de un año y medio de virtualidad. La celebración es doble, entonces: nuevamente el esfuerzo de todos permite empezar a superar las dificultades derivadas por la pandemia del COVID19, para que los cerca de 35 mil alumnos de todo el departamento puedan normalizar sus estudios.
Para la mayoría de ellos, la universidad pública es la única oportunidad de continuar con su formación académica: entre los alumnos de Medellín, el 88,8 % pertenece a los estratos 1, 2 y 3; en las subregiones, el porcentaje de estos estratos llega al 90 %. El regreso trae, además, una importante decisión de las directivas del Alma Máter, quizás un aprendizaje surgido de los cambios de paradigma que trajo la pandemia: la creación de “periodos académicos especiales”, que permitirán que los estudiantes que quieran y puedan avanzar a un ritmo diferente al del calendario normal ofrecido por la Universidad, puedan tomar cursos intensivos durante un tiempo concentrado.
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Celebramos el regreso a las aulas después del aislamiento obligatorio, con el mismo entusiasmo que expresó Gabriel García Márquez, en 2003, en mensaje enviado a la Universidad en la celebración de sus 200 años: “… que el mal que nos agobia ha de durar mucho menos que el bien, y que solo de nuestra creatividad inagotable depende distinguir ahora cuáles de los tantos y turbios caminos son los ciertos para vivirlos en la paz de los vivos y gozarlos con el derecho propio y por siempre jamás”.