–¿Usted cuántos años tiene? “Tengo 26 años, cumplo 27”. –¿Y hace cuánto vive en la calle? “Hace 28 años”. Jairo Bedoya perdió ya la noción del tiempo que ha pasado deambulando por las calles de El Poblado. Sus días transcurren caminando sin rumbo definido. Despojado de cualquier pertenencia o apego, conoce cada rincón del barrio, cada calle es testigo mudo de su andar, así como él es testigo de lo que pasa en ellas. Pero no es el único.
Sector de La Aguacatala | Jairo Bedoya |
Predilección por la calle
La directriz del presidente Juan Manuel Santos de erradicar las ollas de vicio en cada una de las ciudades, ha incidido en que esta población haya aumentado en la comuna 14, lo que ha alarmado a sus residentes. “Los habitantes de calle tienen movilidad abierta, posiblemente algunos de los que permanecían en las ollas de vicio del Centro son los que ahora se ven en algunos sitios o barrios como El Poblado”, explica Héctor Fabio Betancur, secretario de Inclusión Social y Familia de Medellín.
Diariamente la Secretaría de Inclusión Social, en coordinación con la Policía, la Defensoría del Pueblo y la Subsecretaria de Espacio Público y Control Territorial, realiza operativos por distintas zonas de la ciudad para invitarlos a que voluntariamente vayan a los Centros Día del Municipio.
Para muchos habitantes de calle, los Centros Día son un paraíso. “Para mí es una cosa elegante, mundial, le dan a uno desayuno, baño, comida y hasta dormida”, asegura Jairo.
Orilla del río, sector de la Minorista
Sin embargo, para él y muchos otros las calles siguen siendo el lugar preferido. Sectores donde existe una fuerte dinámica comercial, como los bajos del puente de Monterrey, la Avenida las Vegas entre el puente de La Aguacatala y el Éxito del Poblado, además del Parque Lleras y sus alrededores, son los lugares que más convocan a esta población. “Ellos observan unas zonas comerciales donde se les generan unos mínimos como la alimentación y unos ingresos por el dinero recibido o el material de reciclaje”, dice el secretario de Inclusión Social.
El asesinato por estos días de un presunto expendedor de drogas, según la policía, en la calle 9 con la carrera 42, posiblemente fue el hecho que motivó a que varios de los habitantes de calle que permanecían cerca a la iglesia de San José y que fueron testigos del hecho, decidieran buscar otros sitios para pasar el tiempo, al menos temporalmente. Pero también hay caras nuevas.
En Medellín, la mayor población de habitantes de calle se concentra en la vera del río y cerca al puente de la Plaza Minorista. Por lo general, son atraídos por el microtráfico de drogas, a cargo de los jíbaros o combos que controlan el territorio donde expenden. “Hay fronteras, y se dan casos en los que marcan las papeletas de vicio de colores diferentes para establecer su territorio de expendio, o para decir que es de tal expendedor, o tal jíbaro o tal combo”, dice el secretario de Inclusión Social y Familia. Por ahora es evidente que este problema no tiene solución a la vista.