Una pieza del ajedrez local

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Con padre caleño y madre antioqueña, Simón llegó a Medellín desde el Valle del Cauca hace poco menos de dos años reencontrándose con el amor por el ajedrez casi simultáneamente.

Una partida Blitz
A una corta edad los gustos de los niños parecen caprichos pero con una buena estimulación y suficiente apoyo de los padres esas actividades pueden convertirse en carreras o estilos de vida. Para Simón Sánchez Maya sucedió algo así con el ajedrez.
Desde los 8 años, edad en que un profesor escolar le mostró cómo jugar el famoso juego de guerra, Simón percibió que tenía algo más de destreza que sus compañeros de colegio. Interesado en el tema le pidió a sus padres clases de ajedrez; eso lo llevó a los primeros torneos competitivos y a un primer puesto después de empate en la categoría sub 10 del torneo nacional. Esto le consiguió el cupo para el torneo Panamericano en Argentina en el cual ocupó séptimo lugar y la suficiente admiración de sus padres para conseguirle un profesor de un nivel más competitivo.
Empezó a entrenar después del colegio durante 4 horas diarias, pero la rígida disciplina empezó a dar un fruto inesperado. Simón se cansó de no tener tiempo para nada más y dejó el juego.

El regreso


Hace dos años, volvió a jugar por medio de un profesor de ajedrez y amigo de Simón, que lo invitaba a pequeños torneos. Pero justo cuando empezaba la reconciliación con el ajedrez, la familia se mudó a Medellín donde él tuvo que encontrar su lugar en el juego local. Desde que llegó empezó a competir y a obtener buenos resultados que alimentaron su confianza y las ganas de seguir jugando. En 2007 fue campeón departamental escolar y quedó de segundo después de empate en el Nacional Escolar. También ganó en el Centroamericano Escolar en Puerto Rico y quedó subcampeón en la categoría sub 17 del Subcontinental. Finalmente ganó el título de campeón departamental de mayores con 2.186 de elo (sistema matemático para evaluar el rendimiento y clasificar jugadores de ajedrez, nombrado por su creador, Arpad Elo, y que define a los maestros del ajedrez por encima de 2.200).

Medio juego
Simón entrena todos los días, en su casa, en la liga, con programas de computador, leyendo libros de grandes jugadas y partidas pero dice que uno de los mejores entrenamientos son los torneos, para no aburrirse con tanta práctica y para aprender a controlar la ansiedad y la presión de la competencia que pueden costarle la partida a un jugador nervioso. Además tiene que hacer mucho deporte, baloncesto y fútbol son los que le gustan; tener un buen estado físico es importante para aguantar partidos de ajedrez de 4 ó 5 horas sin cansarse. Como todos los que se destacan, dice que la clave está en el entrenamiento continuo: “Si dejo de jugar un mes se nota mucho”.
Por mucha dedicación que tenga, él espera entrar a la universidad, posiblemente financiado por una beca de deporte sin dejar de lado el juego. “Todas la universidades tienen entrenamientos de ajedrez pero tendría que escoger solo los mejores torneos para participar”, dice con mucha calma.

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Estilo bélico
Con un aspecto todavía muy juvenil y una personalidad bastante tranquila, Simón Sánchez no aparenta ser el jugador agresivo que es. Domina las movidas, conoce todo tipo de jugadas, su ejecución, nombres, quiénes las usan y para qué; una de las que ya se ha apropiado es la defensa siciliana, nombrada por el antiguo jugador y analista de ajedrez siciliano, Pietro Carrera. Como Simón, la defensa siciliana es conocida en el mundo de ajedrez por su carácter combativo. Él mismo reconoce que los contrincantes que más lo incomodan, además de su profesor por conocerle el juego tan bien, son aquellos que son pasivos, a la defensiva, esperando que el otro cometa un error: “No atacan, esperan y esperan y uno buscando ganar se desespera y es ahí cuando se puede equivocar”. No es extraño entonces que sus tres ídolos sean jugadores únicos, atrevidos y todo menos pasivos: Mikhail Tal, conocido como “el mago de Riga” y recordado como jugador de ataque que sacrificaba sus piezas para crear todo tipo de problemas en el tablero, Gary Kasparov campeón mundial recordado por provocar para ganar y Magnus Carlsen, gran maestro noruego de 17 años con 2.775 de elo actualmente.
Además de la idea común de que quienes se dedican a esta actividad son o se vuelven más inteligentes, se han hecho varios estudios sobre el comportamiento social de los ajedrecistas y sus personalidades. Para Simón Sánchez jugar ajedrez implica un desarrollo de la inteligencia lógico-matemática y espacial, capacidad de análisis y cálculo. Probablemente eso es suficiente para considerarlo una gran actividad desde temprana edad.

 
     
 
 
 
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