Una papeleta pudo ocasionar una tragedia
Para Andrés* un habitante de El Poblado, el pasado fin de semana parecía prometedor. Era viernes y había aceptado la invitación de uno de sus amigos para subir a una finca en el Oriente antioqueño y pasar allí el fin de semana.
Cuando todo estaba listo arrancaron por la loma de El Escobero en dos carros. Al llegar al peaje, desde una fonda que queda al lado derecho, les lanzaron una papeleta tipo taco, lleno de pólvora que explotó en el parabrisas del vehículo de adelante.
Ante el intempestivo estadillo, su amigo frenó bruscamente y Andrés no pudo evitar chocarlo por detrás. Luego de que pasara el susto por lo ocurrido los encargados del lugar les explicaron que los responsables eran unas personas de una familia que estaba departiendo en el sitio, quienes se montaron en un carro y se fueron del lugar tan pronto vieron que habían ocasionado este inconveniente.
Inmediatamente el paseo se truncó y hubo que esperar a las autoridades respectivas y a la aseguradora para poder irse a sus casas. Eso sí, con el enojo evidente por lo ocurrido.
La supuesta broma, de muy mal gusto y bastante peligrosa, costará cerca de tres millones de pesos, los cuales se gastarán en el arreglo de las latas remangadas, tanto en la parte trasera de uno de los vehículos como en el capó del otro, y en arreglar los daños ocasionados por los residuos de pólvora quemada. Aunque por fortuna en este caso los daños solo fueron materiales y los ocupantes de los carros no sufrieron lesiones, queda la pregunta de qué podría pasar si un acto de vandalismo como este ocurre en una zona con alta afluencia de vehículos, o en una vía más estrecha o en una zona mucho más peligrosa, o si la papeleta cae dentro del vehículo.
“Algo así podría ocasionar que un conductor pierda el control y esto podría traer consecuencias a las personas que estén en los alrededores y a otros conductores que pasen por allí. Es la primera vez que nos ocurre algo como esto, pero sí quiero hacer un llamado para que las personas tengan en cuenta que una celebración particular no tiene por qué afectar a los demás. Que cada quien juegue con su vida como quiera, pero sin jugar con la de otros”, dice Andrés.
*Nombre cambiado por petición de la fuente.