Las palabras de la escritora surrealista Anais Nin: “La vida se encoge o se expande según lo valientes que seamos”, han sido guía en mi camino profesional. Durante casi una década, he trabajado en un headhunter, una compañía de selección y valoración de ejecutivos, donde he sido testigo de cómo los grandes líderes transforman personas y organizaciones, tejiendo vínculos entre aspiraciones y oportunidades. Mi trabajo es una aventura que me permite descubrir talentos, desde diamantes en bruto hasta unicornios.
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Recientemente, uno de nuestros clientes nos pidió considerar a todos los empleados de su organización para las oportunidades laborales que gestionamos en la firma; esta solicitud inusitada fue una invitación a la libertad del talento en el mercado laboral. Esto es un llamado a promover a su gente, es una apuesta a la generosidad, de apertura, que implica no cortar alas, de confianza.
De ahí surge mi reflexión sobre la libertad y la “guerra” por el talento. La primera va más allá de un simple privilegio; representa la oportunidad de compartir y expandir el conocimiento. Según Daniel Pink, la autonomía es uno de los tres pilares clave de la motivación intrínseca, pues permitir a los empleados tener control sobre su trabajo puede impulsar su compromiso y desempeño.
Por ejemplo, en Google, su política “2 0% Time” permite a los empleados de la organización utilizar una quinta parte de su tiempo en proyectos personales. En lo referente a la “guerra” por el talento, existe una competencia entre las organizaciones en la que se deben destacar por ser el mejor empleador, atraer, seleccionar y retener a los mejores talentos. Ese esfuerzo constante que hacen las organizaciones por ser lugares aspiracionales para trabajar hace sentido cuando los empleados eligen teniendo en cuenta su propósito y el de la compañía a la cual le entregan su tiempo.
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El desafío es encontrar un equilibrio entre estas fuerzas: tener empleados desmotivados es más costoso que contar con un equipo comprometido. Un estudio de la Universidad de Warwick encontró que los empleados felices son hasta 12 % más productivos que aquellos que no lo son, además, el costo de reemplazarlo puede ser entre el 50 % y el 60 % de su salario anual.
En el mundo empresarial urgen líderes visionarios e inspiradores, que promuevan un entorno inclusivo y colaborativo, que hagan sentir a sus empleados valorados y que puedan ser acompañados en su crecimiento, esto traería lealtad, compromiso y mejor desempeño reflejado en los resultados de las organizaciones, además fomentaría una cultura de aprendizaje e innovación, lo cual es clave para lograr la sostenibilidad.
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¿Qué sería de los talentos y las organizaciones si abrazamos la invitación de nuestro cliente?