Medellín vibra por todos sus rincones. Su amplia y diversa oferta artística ratifica, semana tras semana, el movido pulso musical de la ciudad. Este mes conmemora, tras la realización de festivales dedicados a promover la música académica, espacios para la visibilización de géneros icónicos de la cultura popular.
El jazz pareciera constituir un universo en sí mismo. Entendido de manera general como una actitud de arrebato y frenesí frente a la vida cotidiana, musicalmente obedece a la reunión de elementos de demarcado origen africano, los cuales se estilizaron sobre esquemas de tipo europeo para ser masificados por criollos o blancos durante la primera década del siglo veinte.
Su promoción se valió de la rica y desatada vida musical de los distritos de tolerancia de las nacientes urbes del sur de los Estados Unidos y hoy, estandarizado, institucionalizado e influenciado por fusiones que le dan vida con cada nueva interpretación, se traslada al mundo actual para permitirnos disfrutar de su carácter primigenio de libertad y arrebato frente a la vida “moderna”.
En un breve periodo de tiempo (las últimas semanas de septiembre y las primeras de octubre) la ciudad presenció dos eventos dedicados a la difusión del jazz. La segunda versión del Django Festival Colombia, que se vivió entre el 18 y el 27 de septiembre, continúa como evento destacado, afirmando dentro de nuestro contexto la difusión de distintas vertientes del género como el Gipsy Jazz (también llamado jazz manouche), el cual se apareció en Europa tras la Primera Guerra Mundial.
Por otro lado, la ciudad se vuelca alrededor del Festival Internacional Medejazz, permitiéndonos disfrutar del género en presentaciones en teatros y al aire libre. El festival abre de la mano de sus invitados un importante espacio para que agrupaciones y músicos del entorno local puedan promocionar y dar a conocer sus propias versiones.
El evento se compromete, además, por promocionar y difundir en nuestro contexto las influencias expresamente latinas del género norteamericano, enorgulleciéndose de presentar músicos que ofrecerán al público lo más destacado de la actualidad latinoamericana.
Tres visitantes: el percusionista y compositor bogotano radicado en Nueva York Samuel Torres; el norteamericano Poncho Sánchez, también percusionista, famoso por hacer parte del conjunto del desaparecido Carl Tjader; y el panameño Danilo Pérez, embajador mundial del jazz latino, atraparon definitivamente la atención de los asistentes al festival.
Eddie Palmieri, un viejo conocido del público del jazz en Medellín, regresa una vez más al escenario local para demostrar su vigencia dentro de los renovadores latinos del género. Su enorme explosividad continúa hoy tras más de treinta años de carrera musical, ampliando las fronteras sonoras de la salsa y el jazz latino.
Destaca meritoriamente dentro de la cuota nacional la pianista Melisa Pinto y su quinteto. De la misma manera como The Merenders Jazz Quartet sorprendió al público asistente en su presentación al aire libre, con la inesperada participación del joven cantante Camilo Suárez Román.
El festival, su público y sus amplios lugares de ocurrencia, parecieran servir como la excusa perfecta para convocar, alrededor de un único estilo musical, la experiencia que sus invitados adquieren al lado de otras agrupaciones de las que también hacen parte.
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