Un modelo promisorio
No se trata de vender el alma al diablo pero tampoco de quedarse eternamente tomando decisiones
El modelo de inversión público-privada -IPP- se expande cada vez más en nuestro medio, como una opción promisoria para desarrollar espacios y dinámicas de ciudad. Es una muestra de confianza y de reciprocidad de las dos partes para acometer inversiones que derivan en incentivos para ambos, especialmente cuando ni sector público ni privado se ponen de acuerdo para adelantar obras que la ciudad está demandando.
Ciudad del Río, ese desarrollo urbano que se ha llevado a cabo en los últimos cinco años y que no ha parado de crecer, es un buen ejemplo de ello. El Plan Parcial que le dio origen y le ha permitido seguir evolucionando hasta convertir esta área de El Poblado en un referente de Medellín es resultado de la unión de esfuerzos públicos y privados, y evidencia de lo que se puede lograr cuando hay diálogo y compromiso real de los representantes del Estado, en este caso la Alcaldía, y organizaciones sociales, empresarios y entidades culturales, entre otros, para alcanzar objetivos compartidos. En esta alianza entre los sectores público y privado se impone lo que se conoce popularmente como el gana-gana, fórmula que logra cohesionar intereses en torno al bien común.
Mediante la IPP, la Alcaldía busca sacar adelante otros proyectos en El Poblado. Por ejemplo, se espera que con una sinergia de este tipo, tanto con entidades culturales como con universidades, se activen diferentes actividades en el Parque Ambiental Bosques de La Frontera, de tal manera que este pulmón verde genere en los ciudadanos sentido de pertenencia. Esto solo puede lograrlo si cumple su función social de ser un sitio seguro para el encuentro, un lugar para la cultura y para el esparcimiento físico y espiritual.
Otra obra para la comuna 14 en la que el alcalde Aníbal Gaviria proyecta poner a prueba el modelo de inversión público-privada es la peatonalización del Parque Lleras y sus alrededores. Aunque de ella se habla hace varios años, nunca se ha llevado a cabo porque no ha habido acuerdos sobre su financiación entre la administración municipal y comerciantes y residentes de la zona. Unos y otros han insistido en no asumirla con sus recursos. Si bien la peatonalización del Lleras se incluyó en el último Plan de Desarrollo con otras cinco obras para El Poblado, es la única de ellas que deja abierta la posibilidad de no construirse con recaudos de Valorización. La Corporación Zona Rosa, incluso, tiene algunas propuestas para la Alcaldía, tendientes a conseguir los recursos que se requieren a través de la inversión público-privada. Así, quizás, pueda por fin darse vida a un proyecto que muchos juzgan impostergable.
Ahora, que tampoco sea que por construir obras y restarse dolores de cabeza, el sector público se asocie con cualquiera, sin importar costo y condiciones, y sin detenerse a analizar las implicaciones.
No se trata de vender el alma al diablo pero tampoco de quedarse eternamente tomando decisiones.