El 2015 fue un año cruzado por la actividad musical. Festivales, clases magistrales, orquestas jóvenes, artistas internacionales, conciertos, recitales públicos, encuentros de promoción y difusión de músicas independientes, entre otras actividades, demostraron satisfactoriamente la diversidad de la agenda musical de la ciudad y de la misma manera, comprometen el avance y la cualificación de la misma para el año que viene.
La segunda versión del Festival Medellín Vive la Música, con la cumbia como invitada especial y músicos participantes de Rusia, Reino Unido, México, Argentina, entre otros, fusionó en sus presentaciones públicas las apropiaciones tradicionales y urbanas del género, dando cuenta de las maneras en que pervive su ejecución en la actualidad local.
Su realización se une a la de aquellos festivales, bien consagrados o en sus primeras versiones, que durante el año recogieron de sí lo mejor para la planeación y proyección de sus versiones futuras.
De gran calado el cierre de la temporada internacional de música de la ciudad este 24 de noviembre con la presentación del pianista inglés Peter Donohoe. Su maestría técnica y sonora, permitió apreciar en la ciudad obras académicas determinantes para el desarrollo de la música a partir de la segunda mitad del siglo XX. Su actuación cerró con honores una temporada internacional que logró reunir en un mismo año leyendas del calibre de Joshua Bell y Pinchas Zuckerman.
La orquesta Sinfónica de la Universidad EAFIT, en un positivo arrojo, decidió incluir dentro de sus presentaciones previas al cierre del año, un concierto en alianza con un exitoso humorista local. Un público feliz como numeroso, y una cuidadosa posibilidad de difundir la música nacional en formato sinfónico a través de alianzas estratégicas, integraron la seriedad de esta propuesta pionera en la generación de formación de públicos con alianzas que provocan un alto impacto social.
La época navideña florece en la ciudad con una variada agenda que incluye la música como uno de sus principales centros de atención. La aparición de agrupaciones vocales e instrumentales que durante el año preparan su programa de acuerdo con la temporada, se toman clubes, parques, centros comerciales, terminales de transporte entre otros, logrando reunir alrededor de la música sacra y bailable, la alegría y el recogimiento propios de la temporada.
Los villancicos, breves tonadas de arraigo rural de la España del siglo XV, luego dedicadas a alabar el nacimiento del Mesías, son hoy la denominación sonora de la fiesta religiosa de la natividad. Por otro lado, la música del Caribe introducida masivamente a los centros urbanos del país hacia la década del cuarenta, son la génesis de aquellas piezas musicales -muchas de ellas bailables- llenas de nostalgia que regresan una vez más en esta época para consolidar el gusto musical de generaciones enteras.
Hagamos parte de la agenda musical de fin de año según nuestro gusto o profesión de fe. Acojamos la música como centro de nuestras actividades durante la época y disfrutemos de tan esperado momento para desearle a la ciudad mucha más música el año que viene.
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