Medellín y sobre todo El Poblado se está robando las miradas como destino del turismo llamado mochilero. Distintas miradas sobre este fenómeno que debe ser tenido en cuenta por el próximo gobierno municipal
Monos, altos, flacos, desgarbados, con chanclas y bermudas, generalmente en barra y acompañados por mujeres muy jóvenes con camisillas y pareo. Personajes como estos son cada vez más comunes en las calles de El Poblado, donde en los últimos tres años se ha intensificado el turismo mochilero, fenómeno mundial que propicia el intercambio cultural.
“Nos han hablado mucho de Medellín y lo maravillosa que es”. Es la explicación que nos dan varios jóvenes turistas sobre el motivo de su visita a la ciudad. Y es que entre los mochileros del mundo la fama de Medellín como lugar barato, fiestero y de hermosas mujeres ha crecido como bola de nieve.
Estadounidenses, australianos, alemanes, franceses, ingleses, italianos, argentinos, ecuatorianos, brasileros y peruanos, son algunos de los visitantes que se alojan en hostales o viejas casas transformadas de Provenza, la calle 10, Astorga, Manila y Patio Bonito, a solo 20 mil pesos el día en una habitación compartida, en cualquier época del año.
Bien barato para estar en plena Zona Rosa, más si se tiene en cuenta que el precio de una cama en un inquilinato por el sórdido sector de El Raudal -en los alrededores del Museo de Antioquia- puede costar, máximo, 25 mil pesos la noche, y que la acomodación en un hotel de primera categoría en El Poblado vale, mínimo, 240 mil pesos por persona.
¿Qué sabía usted de Medellín? Le preguntamos a otra mochilera. “Pablo Escobar”, nos contesta sonriendo con su precario español, mientras señala en un plegable del hostal donde se queda uno de los atractivos que ofrecen: “Pablo Escobar tours”. Increíble que 18 años después de muerto y tras el daño que causó a la ciudad y a su imagen, siga siendo gancho.
Los más y los menos
Lo cierto es que la presencia de estos turistas en El Poblado divide opiniones. Para algunos hace parte de la internacionalización de Medellín, enriquece culturalmente la ciudad y la confiere una identidad turística que hace pocos años no tenía, lo que ayuda a situarla hoy como tercer destino nacional, después de Bogotá y Cartagena. Para otros, por el contrario, más que beneficios trae desventajas que tienen que ver con el ruido, el consumo de drogas, alcohol y el turismo sexual.
De acuerdo con un censo reciente de la Asociación Hotelera de Colombia Capítulo Antioquia y Chocó –Cotelco-, en El Poblado hay 40 de estos alojamientos conocidos como hostales. No obstante, en los registros de Hermes Pineda, Inspector 14 B y quien tiene a su cargo el control y vigilancia de estos establecimientos en la comuna 14, sólo hay 16. De ellos, dice Pineda, hoy hay cinco sancionados con multas de 13 millones y medio de pesos por distintas anomalías que van desde vender licor sin autorización, funcionar sin licencia de destinación específica expedida por una curaduría, no tener licencia sanitaria, carecer del mínimo de parqueaderos requeridos o no estar inscritos ante el registro nacional de turismo.
Para Juan Ramón Acosta, director ejecutivo de Cotelco, el problema no solo es que los hostales que no están constituidos formalmente hacen una competencia desleal al sector formal hotelero, sino que “detrás de ellos se está presentando prostitución, abuso sexual infantil, manejo inadecuado de impuestos, tráfico de armas, de drogas y otros ilícitos que perjudican el destino y nos quitan competitividad como un destino especial de negocios y de turismo”.
Entre el paraíso y la indisciplina
En opinión del director ejecutivo de la Corporación Zona Rosa, Guillermo Orjuela, si bien los hostales son un negocio “dinámico e interesante” y hay algunos muy bien organizados, a la mayoría les falta regularse y organizarse. “Para nadie es un secreto que parte del turismo sexual en el Parque Lleras es generado por extranjeros que se alojan en hostales. Muchos turistas llegan pensando que aquí pueden hacer lo que quieran y en algunos hostales encuentran esa realidad y empiezan a consumir droga. Hemos sabido de sitios que están alquilando piezas por hora, lo que los convierte en prostíbulos y deteriora la zona. Si los hostales se agruparan y establecieran normas de convivencia se quitarían muchos de los problemas que tienen”.
Sin duda, los principales detractores de este tipo de turismo son los residentes del área céntrica de El Poblado. Insisten en que no solo no benefician económicamente a la ciudad sino que contribuyen a la desvalorización de la zona. “Algunos de estos hostales son moteles disfrazados, especies de celestinas que ofrecen el combo “alojamiento, droga y prepagos” o les permiten a jóvenes prostitutas hacer su trabajo en sus habitaciones”, dice una vecina que pide omitir su nombre. “Basta ver a los mochileros de madrugada, tirados en las aceras, drogados y borrachos, para darse cuenta que el sector ha perdido mucho”, comenta otro habitante de la calle 10, quien además se queja del consumo constante de marihuana en estos sitios.
La prostitución es legal
Frente a los supuestos desmanes que ocurren en algunos hostales, el teniente coronel Fabio Rojas, comandante de la Estación Poblado de Policía afirma que en las recepciones de estos alojamientos “hacemos controles de los libros que deben tener el registro de huéspedes, para determinar antecedentes y demás, pero en general el problema es más de comportamiento personal. Vienen con el interés de desaforarse en su comportamiento, muy ligado al consumo de alcohol y droga. También hemos detectado el turismo sexual, pero no son muy recurrentes los reportes y es difícil señalar a alguien que ejerce esta actividad pues la prostitución en sí no es un delito”.
Con respecto a esto, el inspector Hermes Pineda agrega que si bien no se puede impedir a las personas que comercialicen su cuerpo, en las zonas mixtas como la centralidad de El Poblado prima lo residencial sobre lo comercial. “Esto significa que se aplican las normas más restrictivas y por lo tanto no pueden funcionar establecimientos dedicados a este tipo de actividad sexual. Lo que pasa es que mientras no se les compruebe que están haciendo una actividad distinta a la permitida no se pueden sancionar”.
De acuerdo con la arquitecta Gloria Montoya, de la unidad de monitoreo y control de Planeación de Medellín, desde el punto de vista urbanístico “es muy difícil que en una casa se pueda adecuar un hostal porque la solución de parqueo no es viable. Como mínimo, deben tener una celda por cada cinco habitaciones, garantizar el cargue y descargue de mercancías y tener accesibilidad para personas con movilidad reducida. Se trata de que siempre haya muy buena calidad, que no se preste para cuchitriles.”
Por Luz María Montoya Hoyos
Que el gobierno haga cumplir la ley
Para el concejal Bernardo Alejandro Guerra el problema de fondo es la informalidad. “La calidad del turismo y el sector están perdiendo categoría por falta de control oficial y es la preocupación que llevó a muchos comerciantes a desplazarse para La Strada y Río Sur. Al Concejo llegan constantemente quejas de la Zona Rosa por la informalidad, el subempleo, los venteros; ha habido un crecimiento desmesurado de esta zona mixta y se ha deteriorado ostensiblemente. Las soluciones han sido paliativas. Es un área que debe protegerse para turistas que realmente dejen ingresos”.
Por estas razones, el concejal Guerra considera que el nuevo alcalde, Aníbal Gaviria, deberá ser exigente en los controles y retomar el contacto con los habitantes y comerciantes de la Zona Rosa. Una solicitud en el mismo sentido ya hizo Cotelco al próximo mandatario municipal y la Corporación Zona Rosa se une al mismo pedido. “Le estamos pidiendo al gobierno que haga cumplir las leyes y que blinde la zona. Que se clarifiquen los usos de suelo, porque cada día más los negocios se están trepando para una zona tan residencial como Provenza y más arriba, y el conflicto con los residentes sigue. Que regulen las cosas, que hagan cumplir las leyes”.