Dos hechos recientes acaecidos en El Poblado reviven en los ciudadanos el desasosiego que generan los actos violentos cercanos y la incertidumbre de no saber a ciencia cierta por qué ocurren y quién está detrás de ellos. De un lado, sigue sin esclarecerse, dos semanas después de cometido, el brutal asesinato de una pareja de ejecutivos de Medellín, en un apartamento en La Calera, cuyos cuerpos, maniatados y en piyama, fueron abandonados en dos vías desoladas, cerca de Las Palmas. Aunque hay una persona capturada, dadas las características del asesinato se presume que son más las que están libres y que el móvil podría ir más allá del robo. Peor aún, de la facilidad con que pudieron ingresar al apartamento, al que llegaba un ascensor privado, se desprende que los asesinos eran conocidos de las víctimas. Esta violencia extrema lleva a algunos a recordar épocas aciagas, cuando las bandas delincuenciales, sin la menor muestra de compasión por las víctimas o sus familiares, arrojaban los cuerpos torturados en la Cola del Zorro o en otros recodos de la comuna 14, como si fueran bolsas de basura.
Otro suceso, que si bien no causó muertes pero sí dos heridos de consideración, ocurrió en un caminito adyacente al Parque de la Bailarina, en Astorga. Como se recordará, este lugar se llamaba antes el Parque de los Enamorados, pero cambió de nombre hace seis años en memoria de una joven bailarina de ballet y estudiante de Arquitectura, Isabel Cristina Restrepo Cárdenas, asesinada allí con arma blanca en horas de la noche. Pues por casualidad el pasado sábado 15 de noviembre, en momentos en que el colectivo cultural Alas de Mariposa hacía un homenaje a Isabel Cristina en conmemoración de los seis años y cinco meses de su muerte (fue asesinada el 15 de junio de 2008), un ladrón hería a pocos metros con arma blanca a dos jóvenes estudiantes por robarles un morral con material académico. Gracias a que los integrantes de Alas de Mariposa los oyeron pedir auxilio y los trasladaron a un centro asistencial, pudo salvar su vida Juan Pablo Mejía, quien recibió heridas graves en un pulmón. Su amigo Daniel Fernando Carrascal, fue herido en una mano.
Inquieta no solo que el ladrón esté suelto y cebado por el sector, según testigos, sino que el comandante de Policía de El Poblado se limite a recomendar a los ciudadanos tener en cuenta el principio de oportunidad de los delincuentes y evitar algunos sitios a ciertas horas de la noche. ¿Será que no sabía que el atraco ocurrió entre las 7 y 7 y 30 pm? ¿O a qué horas debemos guardarnos en las casas, en épocas en que se invita a disfrutar la ciudad y sus espacios públicos en el día y en la noche? Hechos como estos suceden en momentos en que El Poblado cuenta con su mayor número de policías, 415 distribuidos en 31 cuadrantes, y se han incrementado a 94 sus cámaras de vigilancia.
Pero hay un caso más que queremos resaltar y que no por carecer de violencia deja de ser trágico y de generar zozobra. De una manera que genera interrogantes, y a nuestro pesar, fue mantenido en el más bajo perfil un deslizamiento ocurrido el pasado 13 de noviembre en una construcción en la loma de Los Balsos. Un obrero murió, otro debió ser llevado a un centro asistencial y un tercero sufrió laceraciones leves. La información suministrada por el Dagrd fue mínima. Ni siquiera fue posible conocer el nombre de la víctima, como si fuera un NN, y menos aún saber el nombre de la constructora y del proyecto de vivienda, pues se impidió el ingreso a los pocos medios que nos enteramos.
Como si después de ocurrido lo de Space, en El Poblado no tuviéramos derecho a estar informados de hechos como estos.