Sonríe con honestidad y de forma generosa. Su voz es suave y festiva, con ese tono que caracteriza a las
personas cercanas al mar. Está en la sección de Llegadas Nacionales; espera a Dangelis y Mirta, sus padres, quienes vienen desde Santa Catalina, Bolívar. Elizabeth Castro está muy emocionada.
Dice que es la primera vez que visitan Medellín: “Queremos conocer Oriente, una región que me causa curiosidad y me parece muy bonita. Y también quisiera llevarlos a lugares como San Jerónimo y Santa Fe de Antioquia”, cuenta.
Antes de llegar a Medellín, trabajó en una agencia de viajes en Cartagena. Ahí comprobó sus gustos: “Servir a las personas, ayudar, guiar y hacer su trabajo con elegancia y dignidad”. A esto le siguió el deseo de estudiar Administración de Empresas y venir a Medellín, una ciudad de la que admira su clima y gente.
Después de su llegada, trabajó en un hotel de El Poblado, donde pudo aprender más sobre la cultura local,
conocer a los turistas y hasta la realidad de la explotación sexual, evidente aún y sin claras señales de terminar muy pronto. “Me gusta cuidar a las personas y decidí renunciar a mi trabajo después
de ver una imagen muy fuerte. Vi a una mujer joven y con un bebé en brazos, que quería entrar a una habitación con su cliente. Son situaciones a las que no debemos acostumbrarnos. El tema de la
explotación sexual, en barrios como El Poblado, me ha impresionado”.
La alegría vuelve a su cara cuando habla de Travel Dance, la agencia que decidió crear hace tres años, después de su renuncia laboral, y que opera desde el barrio Laureles, de Medellín. “Queremos llevarle a la gente una experiencia distinta, que conozca con alegría a Colombia y cumpla sus sueños”.
Cuando piensa en el futuro, habla de su deseo de visitar Isla Mujeres, en México, y otros lugares como Dinamarca o París. También quiere impulsar la agen cia. “Los viajes nos cambian la vida y nos
permiten aprender de otras culturas y de nosotros mismos”, concluye.