Esta semana, en Medellín se está hablando mucho de educación. La Cumbre Mundial para la Innovación en Educación (WISE, por sus siglas en inglés) llegó a la ciudad para poner a conversar a actores educativos del mundo sobre asuntos tan relevantes como la diversidad e inclusión en los sistemas educativos, el rol de la tecnología en los procesos de enseñanza y aprendizaje, o la importancia del bienestar para aprender bien y mejor.
Además, el Día Imaginar Futuros de EAFIT y el lanzamiento del Movimiento de Aprendizaje Inspirador de Comfama, Cosmo Schools y esta misma universidad, suman a la conversación otras reflexiones tan urgentes como necesarias alrededor del futuro y la transformación de la educación.
Lea: 68 % de urgencia (y no hablo de COVID)
Celebro que estos eventos se estén realizando aquí, pues creo que, si sabemos aprovecharlos bien, nos dejarán terreno abonado para ayudarnos a fortalecer el aporreado sistema educativo de Medellín.
Hace menos de un mes, Medellín Cómo Vamos presentó su informe sobre el estado de la educación en la ciudad, y no vamos bien. Las cifras que ofrece son bastante preocupantes, tanto respecto al estado de la infraestructura de los colegios públicos -el 95% necesita algún tipo de mantenimiento-, como a la situación de las trayectorias educativas de los estudiantes. Este último aspecto es especialmente dramático, pues, de acuerdo con los datos preliminares, parece que el 2022 ha sido el año de mayor deserción escolar en los últimos 11 años. Si se tiene en cuenta que, según el informe, de cada 100 estudiantes que entraban a transición en 2015, solo 19 llegaban al grado 11, ¿cuántos de los que entraron a transición en 2022 llegarán, entonces, a graduarse? Por regla de tres, probablemente menos de 19 por cada 100…
Si bien estas cifras requieren revisión y ajustes, hacen pensar que la innovación educativa no se puede separar de la urgencia de cerrar brechas, si queremos transformar la educación. Por ejemplo, muchos estamos pensando acerca del impacto que la inteligencia artificial (hola, ChatGPT y muchas otras) tendrá en la evaluación de los aprendizajes y en la enseñanza, pero ¿qué pasa con los colegios o estudiantes que ni siquiera tienen conectividad para acceder a esas IAs? Aún existen grandes brechas en el aprendizaje, en el acceso a la tecnología, en la atención a la salud mental, o en el acceso a ambientes de aprendizaje innovadores o de calidad. ¿Podríamos hablar, entonces, de una verdadera transformación de la educación si las innovaciones no son para todos?
Le puede interesar: Cambio climático y empresa
No tengo una respuesta clara, pero sí sé que los actores del sistema educativo de la ciudad (y del país) necesitamos -y tenemos- que hacernos preguntas y encontrar respuestas que permitan abordar de manera simultánea e integral los desafíos que enfrenta la educación. ¿Cómo, si no, vamos a poder tener sociedades menos desiguales, con ciudadanías que propongan soluciones a los retos locales y regionales y que, además, estén preparadas para las incertidumbres del futuro? ¡Debemos trabajar todos juntos para lograrlo! Y esta semana es un importante paso hacia esa meta.