- Publicidad -
La producción de comida tiene muchos impactos ambientales asociados. Además, mucha se pierde antes de ser cosechada o preparada, lo que se llama pérdida de comida. Por otro lado está la comida que es apta para el consumo humano, pero que no se come. Esto se llama desperdicio de comida.
Aunque supermercados y restaurantes tienen gran influencia, mucho se debe a nuestros comportamientos y preferencias. Sugiero cuatro prácticas fáciles de implementar:
- No mercar con hambre. Muchas veces se compra más de lo que se necesita.
- Gran cantidad de vegetales se desperdician en el mundo solo porque no cumplen con exigencias estéticas (por ejemplo, zanahorias de “dos patas”, papas poco redondas, bananos con pecas). Una contribución es coger las frutas y las verduras “feas”, las que nadie coge, para que no se queden en el mostrador y haya que botarlas.
- Antes de comprar más cosas, ¿por qué no inventarse un nuevo plato con los ingredientes que hay en la casa? Vaciar la nevera y poner los productos próximos a vencerse sobre el mesón de la cocina le permite a uno ver qué hay y despierta la creatividad.
- Pedir solo lo que uno es capaz de comerse.
Es natural que haya algo de desperdicio. Lo que no es natural es que sea tanto y que no nos preocupemos por reducirlo. Todos podemos contribuir. Todos debemos contribuir.
- Publicidad -