The Blue House

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Una visión global del diseño y del arte local para crear ambientes con distintas experiencias

Espacios llenos de vida y personalidad propia

A la esquina de la calle 10 con la carrera 38 llega una nueva casa para el arte y el diseño. The Blue House, una galería de mobiliario que integra obras de arte en los espacios que diseñan, abrió sus puertas el 23 de julio y compartió con los asistentes la experiencia de sus tres áreas adecuadas en tres pisos: El primero, el de la Furniture Gallery, donde se exhibe el mobiliario y obras de arte locales, el segundo, donde está la empresa diseñadora del mobiliario, asesora en diseño personalizado, espacios arquitectónicos y decoración, y el tercero, es para Timebag Curator, la nueva propuesta del proyecto Timebag.

The Blue House esta inspirada en una vieja galería de Nueva York. Se le ocurrió a tres empresas que se unieron para integrar arte con mobiliario. “Queremos que cada pieza, bien sea un sofá, un espejo, una lámpara, sean piezas de arte únicas fabricadas en Colombia (…) que en los objetos haya una historia detrás y una experiencia completa”, expresa María José Fernández, directora creativa de la casa. Ella y sus compañeros recorrieron diferentes ciudades para dejar en este espacio el conocimiento de las nuevas tendencias, estilos, formas y colores que se visualizan en el mundo, a través de exhibiciones que cambiarán cada dos meses. En la primera colección, explica, “tenemos un diseño muy rústico e industrial. Pasamos de lo brillante, cromado, liso, perfecto, a un cuero desgastado, a mangas aporreadas, a una madera que habla de sus usos, pero con acabados exquisitos”. Actualmente Sara Herrera, José Julián Agudelo, David Romero, Santiago Múnera, Lindy Márquez, Juan Fernando Cano y Sara Ramírez, son los artistas invitados que recrean cada ambiente.

Espacios llenos de vida y personalidad propia

Timebag es una plataforma que busca acercar el arte contemporáneo al público general y encontrar nuevas audiencias que quizá no habitan los escenarios del arte. “La ciudad ha ido abriendo escenarios, creando nuevas ofertas que se complementan con las galerías que ya están establecidas, pero también estamos ávidos de encontrar nuevas experiencias”, expresa su director y artista Harold Ortiz. Por eso en este espacio “queremos ofrecer una dinámica distinta y rehabitar espacios de diseño que se convierten en una manera más amable de relacionarse con el público”. El proyecto Timebag inició su acción con apropiaciones de espacios que dejaron de habitarse y son habitados de forma inusual por los más de 35 artistas que han participado. Timebag Curator eligirá los artistas invitados para cada colección y tendrá una sala de proyectos permanente, con ingreso libre, en donde se realizarán instalaciones, talleres y charlas.

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El Universo de Lindy Márquez,primer proyecto en la sala
La infancia permanece en la vida de las gemelas Lindy y Azul Márquez. Tienen 29 años y, aunque en apariencia más, lo de niñas, lo llevan dentro. Solo a quien le sucede sabrá qué tan influyente será nacer en un día trágico. Al menos así lo fue para la artista Lindy Márquez y su hermana, quienes consideran el día de su nacimiento un momento muy especial, aunque marcado por un momento difícil: La tragedia de Armero –la erupción del volcán Nevado del Ruiz–, el miércoles 13 de noviembre de 1985. Su madre estaba en Bogotá, pero su padre, que conducía un bus, realizaba uno de sus viajes en esa zona de Tolima. El desespero de aquella mujer sobre el paradero de su esposo, producirá que sus hijas, nazcan ese día imprevisto y antes de tiempo (eso fue lo que les contó la madre y lo que aseguraron los médicos, quienes las llamaron las gemelas de Armero). Por la atención a la tragedia, los hospitales en Bogotá estaban a reventar. Las gemelas llegaron prematuras a Medellín. En una de las salas de espera en un hospital, mientras atendían a las niñas, la madre encontró sus nombres. Lo hizo mientras se distraía explorando un mapamundi que tenía en una agenda que llevaba en la cartera. “Azul, lo vio en Argentina y a Lindy, en África”, recuerda Lindy, sonriendo.

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Universo, obra de instalación de Lindy Márquez

Azul estudia idiomas, aunque Lindy es la que habla. En el tercer piso de The Blue House, se encuentra su obra reciente, Universo, una instalación que rememora el día de su nacimiento. Mientras habla de la obra y sus vidas, su hermana, como una niña pegada al brazo de su madre, permanece a su lado, callada, tímida, en busca de un lugar hacia donde mirar. “Crecimos con un imaginario de piedras, pantano y lodo y, pensar que habíamos nacido por un volcán, me hizo retomar esa anécdota y enlazarla con un proceso de investigación y creación sobre la infancia y la memoria”. De allí surgieron nuevas imágenes, gestos, acciones, donde se ve la niñez.


Azul y Lindy Márquez. Fotos cortesía

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La muestra está constituida por dos videos que están en escena con unas “piezas escultóricas”. Uno es un volcán con aleluyas donde se proyecta un video de archivo del volcán Nevado del Ruiz. La otra pieza es una montaña de papel bond, sin ninguna estructura que la soporte. Lo acompaña la proyección que Lindy denominó Ser piedra, “donde nosotras arrastramos una piedra inamovible y que de alguna manera nos genera angustia y dolor tener que dejarla ahí… Nace de la visualización de las personas que veíamos tenían que sacar a sus familiares del lodo y no podían ayudarles. Lo llevamos a este ejercicio performativo para expandir nuestra visión sobre ese acontecimiento”.

“El arte nos permite ser niñas que construyen ilusiones y sueños dentro de sus imaginarios”

Y las aleluyas, están ahí, “porque aunque no tuvimos cumpleaños, sí tuvimos aleluyas”, expresa la artista. Sus padres, en empatía con el dolor ajeno, instituyeron el 13 de noviembre como un día de respeto. Cada año, la pantalla en el televisor les recuerda esta tragedia. No hubo torta ni velas, pero cada año recibieron tarjetas de su adorada madre y padre que, aún viaja en bus por los departamentos de Colombia. Este año, adjuntaron la número 29 a su colección.

Esa conexión de ser gemela es cierta. A veces una comienza un sueño y otra lo termina. De niñas, terminaban con morados en la misma rodilla, pero en su adolescencia, fue más difícil no ser reconocida. Ahora, cuando aún buscan vestirse igual, Lindy parte de la pregunta “¿quién eres tú?” y de la respuesta “soy mi hermana”.

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