A la entrada de los Libros Leídos de la 9° Fiesta del Libro y la Cultura, en una vitrina, el librero Juan Hincapié exhibe y vende lo que denomina como rarezas, curiosidades y joyas de la literatura. Juan anota que, tal como lo definió Luis Alberto Arango, el librero de Palinuro (su vecino de stand), el libro leído es diferente al libro de segunda. El primero, es aquel “al que le hacemos una depuración, una valoración, una curaduría por su calidad y sobre el que tenemos un concepto claro. El segundo, “puede ser cualquiera”.
Primeras ediciones de Gabriel García Márquez. Según Juan, surgieron sin ninguna pretensión: la primera edición de El coronel no tiene quien le escriba (1963), editado por Alberto Aguirre, y la primera edición de La Mala Hora (1961). Este último “tiene una característica especial porque García Márquez no la consideraba primera edición. El editor, de España, les cambió el sentido a muchas palabras y españolizó el contexto del libro. García Márquez dijo que la segunda edición, dos años después en México, es la primera”. (En venta)
Frailejón Editores son libros hechos con cuidado y cariño. Se hace uno a uno y a mano. Como los viejos libros artesanales, con pasta de tela y cosidos, de tirajes pequeños y limitados. Cada edición es numerada y firmada por el autor. En esta oportunidad la editorial presenta una colección de importantes poetas colombianos e hispanoamericanos, entre los que el editor Iván Hernández, destaca:
Los días del dragón. Mi correspondencia con Pablo Escobar y otras maneras de sobrevivir a la guerra, de Silvia María Hoyos (de Semana Libros). Esta historia, que como otras surgen en el contexto de la guerra narcoterrorista y la violencia de principios de los noventa, es valiosa porque es la de una osada periodista que 20 años después, escribe cómo vivió esos momentos en los que se jugaba la vida. Es una mirada distinta, íntima y personal de quien experimenta en carne propia muertes como la de Héctor Abad Gómez y la de Carlos Mauro Hoyos, el conflicto de las selvas de Urabá y un momento de horror con sicarios de la ciudad. Además aparecen unas cartas inéditas que la periodista cruzó con Pablo Escobar con la intención de confrontarlo. Con este libro, la autora pretende responder a su hija María José, una pregunta que le hizo a sus cuatro años: “Mami, tú y yo ¿cómo nos conocimos?”.
De toda Iberoamérica llegaron más de 4 mil libros de editoriales universitarias. Felipe Grismaldo, de Siglo del Hombre Editores, quien por estos días es el librero del Salón Iberoamericano del Libro Universitario, habla de algunas particularidades de este espacio de conocimiento.
“En mi concepto, algunas editoriales universitarias de Chile enviaron un catálogo muy interesante. Tienen materiales históricos buenísimos y publicaciones académicas perfectas para un estudiante de todas las áreas, Filosofía, Historia, Ciencias”, expresa.
Parado frente a la estantería de la Universidad de Chile, devela una serie de libros clásicos que denomina como estilo “pocket”-por su formato pequeño- bonitos, cuidados y sencillos. Toma en su mano una versión de la Apología de Sócrates y describe que es especial porque cuenta con la traducción de Alejandro Vigo, uno de los traductores más importantes de Latinoamérica de textos en griego, reconocido por la traducción de la Física de Aristóteles.
En otra sección, destaca la colección Memoria 40 años, del fondo editorial de la Universidad Alberto Hurtado, en la que se narra a Chile desde el año 70 al 73. “¿Qué pasa en esos años? Es la época en que Allende busca el poder, llega al poder, se mantiene en el poder, lo tumban del poder y comienza la dictadura”, explica como un profesor de historia. Estos estudios académicos, agrega, “que no son tan fáciles de encontrar porque pueden interesar más a ese país, nos permiten acercarnos a este tipo de procesos políticos en el cono sur”.
Pero la oferta de Chile no es la única representativa. Las ediciones de España, el Caribe y Brasil han tenido una buena acogida. Por ejemplo, “muchas personas vienen a buscar libros porque quieren leer en portugués”, cuenta el librero.
De los fondos editoriales nacionales la Colección Bicentenario de Antioquia tiene un espacio generoso. “Me llama la atención que las universidades de Medellín se unieran para dar a conocer autores antioqueños y sacar publicaciones de historia, literatura, antropología, gastronomía, que hacen referencia a la región”.