Las restricciones que impone la ley 1696 de 2013 a los conductores que manejan con algún grado de alcohol, siguen suscitando polémica. Los dos recientes artículos de Julián Estrada (“Metiendo la cucharada”) en esta sección, en los que se refiere a las consecuencias negativas que en su opinión tiene la nueva norma, dieron pie a que varios lectores manifestaran sus opiniones, a favor y en contra.
Por ejemplo, Martha Elena Restrepo Ceballos declaró su “indignación por cultura etílica”. Dice en su comunicación: “El columnista Julián Estrada ha insistido en sus publicaciones del 23 de enero y 27 de febrero en la cultura etílica, la última ‘metiendo la cucharada’ o, más bien, la pata. Antes de exponerle mi pensamiento quiero aclararle que no soy una monja, ni una anciana, ni pertenezco a ninguna religión. Lo que quiero manifestarle es que usted no sabe lo que significa cultura: erudición, sabiduría, ilustración, civilización, formación, conocimiento, humanidad. ¿Cuál de ellas aplica a la ‘cultura’ de borrachos (llamándola por su verdadero nombre)? Dice usted que la ley afecta la convivencia amable y espontánea. Según esto, para ser amable necesita haber tomado licor, para ser espontáneo necesita tomar licor, para intercambiar ideas necesita haber tomado licor. Si para relajarse después del trabajo el médico, el juez y el taxista necesitan un trago de licor en lugar de leer un libro, ver una película o jugar con sus hijos, estas personas necesitan un psicólogo porque no solo necesitan ingerir licor, también necesitan hacerlo en la calle para luego ir a manejar su auto…”. Y en otros apartes de su carta, agrega: “…Las eps están saturadas de pacientes que padecen enfermedades ocasionadas por el consumo de licor. El alcohólico empezó su mal camino tomándose un trago y en su trasegar llegó a su estado…”.
Por su parte, Susana De Greiff manifestó una posición contraria a la de Martha Restrepo con respecto a las dos citadas columnas de opinión de Julián Estrada. “El grado cero de consumo de alcohol, con una multa de aproximadamente 1,800,000, doce meses sin licencia, etcétera, es aun absurdo. Se le olvidó incluir en su lista a las amas de casa que salíamos de vez en cuando a ‘tardear’ y tomarnos una o dos sangrías. No poder tomarse una copa de vino o una cerveza en el almuerzo para salir luego a hacer diligencias, es de fundamentalistas”.