Se presenta como “feminista en construcción”, es salubrista y su cargo, secretaria de las Mujeres de Antioquia. El primer semestre en el departamento cerró con un panorama que se compone de 7.579 casos de violencia intrafamiliar, de los cuales 5.892 fueron contra mujeres. De 960 homicidios, de los cuales 72 han sido muertes violentas de mujeres, once de estas catalogadas con el tipo penal de feminicidio.
Además, de 1.765 casos de delitos sexuales, de los cuales 83 % ha sido a mujeres. De 1.680 casos de violencia de pareja, de los cuales 1.433 fueron contra mujeres. De 50 mujeres desaparecidas en el departamento.
“Un primer paso es considerar este problema como prioritario, y así lo ha hecho la Gobernación. Un segundo paso es comprender el problema y asumirlo como tal, sin eufemismos, sin normalizarlo con burlas y chistes”, dice Natalia Velásquez, la secretaria de las Mujeres en entrevista con Vivir en El Poblado, en la víspera del lanzamiento de la Línea 123 Mujer Metropolitana, que tendrá lugar este miércoles 5 de agosto.
Al necesario y urgente debate sobre la violencia contra las mujeres usted añade la clasificación de “problema de salud pública”. ¿Cómo lo explica?
“Porque los casos son muchos, y aunque ocurran en la intimidad, son un problema de salud pública porque nos involucra como institucionalidad y sociedad para hacerles frente. Se suele decir que ‘los trapos sucios se lavan en casa’ y por eso no se denuncian, pero hay mujeres que tienen que vivir situaciones que van escalando hasta que se hace necesario tomar acciones urgentes porque sus vidas se ponen en riesgo”.
¿Se descarta de plano que las soluciones se concierten en el propio hogar?
“No. Se puede hablar, el llamado inicial es al diálogo, pero no siempre tenemos la inteligencia para lograrlo. Se inicia con bromas hirientes contra la mujer, con humillaciones en lo económico, con celos, con anular las decisiones, con indicaciones sobre cómo vestirse o cómo maquillarse, con críticas a la crianza de los hijos. Si las ofensas son constantes, se seguirán repitiendo, hasta que se llega a la violencia física. Y ya el diálogo en pareja no opera”.
Son muchas formas de violencia, no solo física.
“Hay violencia económica, manoseos sin consentimiento, limitaciones para el uso del dinero, incumplimiento con los hijos y las hijas. Hablamos de violencias. Y a la mujer se le dificulta encontrar el diálogo con su pareja, mucho más pedir ayuda sicológica y orientación, ni se diga presentarse a una comisaría de familia. Pesa un montón”.
Agresiones físicas, celos, ofensas… hablamos de violencias, pero no son exclusivas de la acción del hombre contra la mujer.
“Por supuesto, no defiendo la violencia de ningún tipo, pero soy la secretaria de las Mujeres, entonces mi tema es la mujer. Y las cifras son contundentes para probar que en su mayoría las víctimas de las violencias son mujeres: en el primer semestre, de acuerdo con datos de la Policía, de 7.579 casos de violencia intrafamiliar, 5.892 ocurrieron en contra de mujeres. Es el 77 %. Luego siguen niños, niñas y adolescentes”.
Los hombres víctimas de violencias, por números son minoría, pero también tienen dignidad y derechos.
“Al problema del hombre también hay que darle lugar, sin duda. El sistema patriarcal es negativo tanto para las mujeres como para los hombres. Hay que cambiar esas estructuras de ‘el más macho’, el que ‘siempre tiene que responder y proveer’, que no puede ser débil, ni sentir cansancio; y las estructuras de ‘la más dócil’. La inequidad de género afecta a mujeres y a hombres”.
¿La pandemia alentó las denuncias? ¿Las mujeres, alejadas de sus victimarios debido a la cuarentena se animaron a denunciar a sus jefes, a sus profesores, a sus colegas?
“Soy muy cuidadosa con las inferencias causales. Pero tengo un comentario: el aislamiento preventivo obligatorio tuvo un efecto en las violencias, porque se pasa más tiempo con los agresores. Si aumenta la exposición, aumentan los casos”.
¿Y aumentaron las denuncias?
“Movimientos como #metoo o El violador eres tú, que inició con las mujeres en Chile, han contribuido al impulso y la valentía para denunciar. El problema entre nosotros es que aumentó la exposición a las violencias, por el aislamiento obligatorio, pero disminuyeron las denuncias. Claro, teniendo al agresor al lado, es un problema llamar a pedir ayuda”.
A propósito de denuncias, ¿cómo entender el concepto de Yo te creo? ¿Es dar por sentado que hay un culpable?
“No soy abogada, soy salubrista, pero a todos los casos hay que darles la debida diligencia. Hablar de justicia con enfoque de género consiste en que hay que creerle a la mujer desde el primer momento, en la estación de Policía, en la inspección, en la comisaría. Es tomar en serio su denuncia. Cuando se reporta a una mujer perdida hay que abandonar eso de ‘quién sabe qué tenía puesto’ o ‘quién sabe con quién estaba’. Las cifras demuestran que cuando una mujer se pierde la mayoría no aparece con vida”.
El reto es multilateral: hay que fomentar la denuncia; hay que capacitar al círculo íntimo para que acompañe a la víctima y le crea; y hay que sensibilizar a los funcionarios para que tomen en serio las denuncias ¿Como secretaria de las Mujeres de qué manera gestionará este último punto en las instancias de gobierno?
“Lo primero que hay que hacer es reconocer el problema sin susto: como problema de salud pública. Y saber que no es un asunto menor. Y los casos que lleguen, hay que atenderlos. Hay que hacer pedagogía y generar acciones contra la violencia institucional, que es otra de las barreras con las que se encuentran las mujeres, por acción o por omisión”.
¿Se puede lograr?
“Soy optimista, en la Gobernación tenemos con qué. Tenemos la Mesa departamental de erradicación de violencias contra las mujeres y apoyo de la Policía, la Fiscalía y Derechos Humanos. Tenemos, por primera vez, hogares de protección, que les ayudan a mujeres que no tienen ningún círculo y no tienen dónde acudir. Para la Gobernación es un tema prioritario, es un compromiso con las mujeres”.
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