Silletera de alegrías

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La noche previa al Desfile de Silleteros, por su casa y la de los vecinos, en la vereda Piedragorda, Santa Elena, hay muchas personas. Alguien está encargado de buscar las flores que faltan; hay cocineros, una persona ayuda a dar forma al cartón y hay alguien listo para atender cualquier tarea imprevista.

Milena Rodríguez, silletera desde hace casi 16 años, dice que se trata de una tradición familiar en la que no falta ninguno, en la que no interesa el género o la edad. Es silletera gracias a Ángela, su abuela, y la primera de la familia que comenzó a caminar con flores del campo sobre su espalda. A ella le siguió Cecilia, su mamá, y luego se sumaron su papá, hermanos, y también Lorena, su hija.

Sonríe cuando dice esperar todo el año la fecha del desfile. Hay varias razones, y la principal es la “posibilidad de llevar alegría a la gente”. Y en este punto recuerda una historia que sucedió hace unos años, por la avenida San Juan. Cansada, se detuvo unos minutos y descargó la silleta sobre el asfalto. En ese momento vio a un joven que estaba cerca y sintió la necesidad de darle una rosa amarilla sin decirle nada.

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Él la recibió y se emocionó mucho; ella se alistó para seguir. Días después leyó un mensaje en el celular de ese joven que recibió la flor. Le contó que las amarillas eran las preferidas de su abuela muerta, y a quien él lleva un ramo a su tumba, cada 8 días.

“Los silleteros somos embajadores de esta región ante el mundo, llevamos emociones buenas y recordamos la tradición. Por eso es un oficio importante”.

El regalo fue como recibir un mensaje directo de ella, para hacer más fácil la ausencia. Sucesos así inspiran sus oraciones: “Solo pido vida y salud para poder estar en el desfile. Aunque no gane un premio, la emoción y la alegría son las mismas”. Además de silletera, Milena Rodríguez es líder de la Junta de Acción Comunal de su vereda.

Desde ahí y con los vecinos, trabaja para ayudar a los agricultores: “Ahora muchos jóvenes solo quieren estar bonitos a las 11 de la mañana. Queremos que trabajar la tierra sea un oficio valorado, que continúe”. Entre sus intereses también está la revisión del Plan de Ordenamiento Territorial (POT): “Después de la pandemia, mucha gente vino a vivir a Santa Elena y ya es difícil construir aquí. Hay que revisar las reservas, el turismo, las viviendas”

Sobre las posibilidades que habrá este año para los silleteros, se muestra optimista: “Aunque es difícil tener a gusto a todo el mundo, creo que el trato hacia nosotros ha mejorado y también va por igual la presencia de hombres y mujeres. Siento que vamos bien”.

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