Mi amiga Patricia me pidió que conversara con un amigo suyo, Francisco, ingeniero, que dedicaba su tiempo libre a leer la Biblia y a observar el cielo con un telescopio.
Me habló de un cataclismo próximo debido a la confluencia de los astros, que podía ser el fin del mundo. Se apoyaba en el 666 del Apocalipsis (13, 18), convencido de que Ronald Wilson Reagan, tres palabras de seis letras cada una, presidente de los Estados Unidos, era el Anticristo, el 666.
Después de hablar largamente, le pregunté si creía próximo el fin del mundo, y me contestó: “El fin del mundo llegará a más tardar en la generación de mi hijo”.
Luego me preguntó qué pensaba yo. Le respondí: “Para mí, estamos más lejos del final que del comienzo”. Y él comentó: “¡Dios lo oiga!”
El Apocalipsis es un libro de consolación. Su autor ve los padecimientos de la gente y se propone llevarles un mensaje de consolación. Para lo cual se imagina un mundo de catástrofes, en que, por encima de todo, Dios siempre triunfa. Por tanto, consuélense. “Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor porque el mundo viejo ya pasó… Mira que hago nuevas todas las cosas” (21,4).
Finalizar, terminar, acabar son verbos de doble significado. Significan que no queda nada o todo llega a plenitud. Me tomo una sopa, y cuando termino no queda nada. El Quijote es una obra acabada, plena. El fin del mundo tiene los dos significados. De lo malo no quedará nada, y lo bueno llegará a plenitud. La obra propia del Creador. Motivo de alegría infinita.
El mal existe, existió y existirá. Pero el Creador “someterá a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (1 Cor 15, 28). La confidencia de Jesús a Nicodemo lo dice todo: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Juan 3, 16.17).
La realidad no es como es, es como la vemos. Necesitamos educarnos para ver la realidad de modo realista y certero. Dios ha puesto al hombre como señor del universo para que lo dignifique, humanice y aun divinice. Tarea para la cual debe educarse.
Momento luminoso el del ladrón que se dirige a Jesús en la cruz: “Acuérdate de mí cuando estés en tu reino”. La respuesta es deslumbrante: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23, 43). El Paraíso es el mismo que responde, Jesús: “¡Aquí está la sabiduría!” (Ap. 13, 18).
Me emociona y me consuela recordar a Charles du Bos: “Al fin pobres criaturas, Dios es nuestro Padre, Él tendrá compasión de nuestro indecible absurdo personal.” Incluyendo el 666.
Forma maravillosa de celebrar la edición 666 de Vivir en El Poblado.