Por Laura Montoya Carvajal
Dora*, vecina del Barrio Castropol cerca a la avenida Las Palmas, tiene que dejar su cama en las madrugadas de jueves, viernes y sábados y pedirle a una vecina de su mismo edificio que la deje dormir en su apartamento. El ruido se reduce, pero puede escuchar las rumbas de música electrónica, mariachis y después de las cuatro de la mañana, gritos, insultos y risas de los asistentes a las fiestas que pueden quedarse, según dice, en el parqueadero de las discotecas ubicadas cerca a la avenida cuanto tiempo quieran. Muy frecuentemente además, las motos acelerando a toda velocidad la despiertan cuando logra conciliar el sueño.
“Esta es una situación que afecta nuestra calidad de vida y sentimos que desvaloriza nuestro patrimonio”, expresó Pablo*, un vecino de Dora. Ambos aseguran que desde 2012 vienen reclamando a los propietarios de las discotecas y a las autoridades (a través de la página de la Alcaldía, mesas de trabajo y quejas ante la inspección de policía) por su tranquilidad, pero, dicen, hasta ahora no han recibido respuesta.
“El control es como una cacería de brujas: la Policía viene, le bajan el volumen y luego ellos vuelven a subirlo cuando se van”, explicó el residente. Los vecinos aseguran que se han presentado ya situaciones que alteran el orden público, pues hace unas semanas se hicieron disparos, creen que con una pistola de balines, desde uno de los apartamentos cercanos hacia los establecimientos comerciales.
El director de la Corporación Zona Rosa, Luis Guillermo Orjuela, manifestó que este es un problema serio que requiere respeto y consenso entre los implicados. “Desde la Corporación, la posición siempre ha sido respetar las normas y trabajarle a la autorregulación del ruido”.
El director de la asociación agregó que tanto comerciantes como residentes deben tener sentido común: “Las Palmas siempre ha sido de rumba. Muchos constructores hicieron edificios frente a las discotecas que ya estaban allí, y yo considero que es irresponsable por su parte no solucionar este problema insonorizando los apartamentos que van a vender”. Orjuela apuntó que es necesaria una mesa de concertación entre el gobierno local, los residentes y los propietarios de establecimientos para lograr pactos.
Según los residentes, estas mesas de concertación ya se hicieron, pero la renovación constante de los dueños de negocios impide que los acuerdos se extiendan en el tiempo. “Nos sentimos abandonados por la autoridad, porque no hemos recibido respuesta ni soluciones de fondo”.
Edilma Escobar Valencia, Líder del programa Medellín Convive la Noche de la Subsecretaría de Gobierno Local y Convivencia, que se encarga de impulsar la autorregulación y la convivencia entre residentes y negocios, aseguró que la situación se ha atendido en la zona y que había presentado mejoras, por lo que “retomaremos el tema de inmediato”.
Recordó que estas quejas deben hacerse ante la inspección o a través de la Secretaría de Salud, que hacen mediciones desde las viviendas y las remiten a la inspección, que puede sancionar o exonerar, según los resultados.
*Nombre cambiado.