El Terrier, que habita en Santa María de los Ángeles, firma desde hace tres años la petición para que cambiemos esta costumbre en los festejos decembrinos.
Piedad Gómez, quien lo rescató hace tres años de las calles de El Santuario, dice que Rufo siente la pólvora y los nervios lo invaden. Agacha la cola, se mete debajo de la cama, tiembla.
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Hace dos años, cuando Piedad supo que el Área Metropolitana estaba liderando una campaña de sensibilización y prevención contra el uso de pólvora en los festejos de Navidad y fin de año, llamada Huellatón, sumó las huellas de sus tres perros, encabezados por Rufo, al manifiesto firmado por propietarios de perros y de gatos en el que se quiere generar una reflexión.
Rufo, un Jack Russell Terrier de cuatro años, fue la imagen de esta campaña en 2018, demostrando el compromiso de su familia para sumar conciencias y generar cambios en nuestra sociedad.
Juguetón con temperamento
Las vidas de Piedad y Rufo tenían como destino encontrarse. La primera vez que se vieron, ella estaba en El Santuario realizando unas jornadas de esterilización animal. Es una de sus pasiones, la defensa de sus derechos, y en uno de los eventos, el cachorro apareció de repente. No estaba citado, pues no tenía dueño, deambulaba las calles de este municipio. Lucía desorientado y mal alimentado. Entre ellos no pasó nada aquella vez.
Cuatro meses después, Rufo apareció de nuevo. Tampoco estaba convocado a las jornadas, pero ahí estaba, ante la que sería su mamá desde aquel día.
Quizá por sus antecedentes, el perro no es el más sociable. A veces luce arisco y áspero en el trato a los demás, pero se toma confianza y cambia.
En casa es juicioso, tranquilo y juguetón; llega la visita y su aspecto cambia si la persona no le es familiar.
Este año su huella está de nuevo en la Huellatón. Gracias a ella será sembrado un árbol. Cada año desde que esta iniciativa está vigente, se siembran cerca de 20.000 árboles en promedio. Lo más importante, además de esta acción, es que Rufo y las demás mascotas logren llamar la atención sobre el daño que la pólvora les causa, y que cada vez sean menos los estallidos que aceleren sus corazones.
Por:Sebastián Aguirre Eastman / [email protected]